El Asalariado

Cine//B_5 Entre sombras y susurros

Por Cristian van Kerkhoff.

En blanco y negro. Paso a paso construye su percepción. Los colores circulan mediante los recuerdos, sueños y sensaciones. Su capacidad diferente nos invita a presenciar su realidad, conocerla y por un momento intentar sentir como Miriam lo hace. Un largometraje venezolano enfocado en la docuficción, que abre los sentidos y que lleva a que la empatía crezca y nos invada en cada momento.

Como primer largometraje, Samuel Henríquez (Comunicador Social de la Universidad Andrés Bello de Venezuela y Magíster en Comunicación Interpersonal de la Universidad de Nueva York) se atreve en mostrar una realidad compleja, quizás lejana para el común social y que hace pensar y reflexionar durante los 74 minutos de duración. Miriam Torres, una sordociega de 55 años busca seguir disfrutando de las cosas pequeñas que le entrega la vida. Posee una capacidad diferente, pocas veces cercana a lo que estamos acostumbrados de ver. En la historia de Miriam, Samuel Henríquez logra mostrarnos cómo se comunica socialmente, la relación con los elementos, las vibraciones que la ayudan como guía que entregan la posibilidad de estar en constante conocimiento de los lugares y situaciones, incluso estando en constante rehabilitación, buscando mejorar siempre su capacidad y compartiendo experiencias. El film, en blanco y negro, asemeja su imposibilidad de ver, donde el color, solo se hace presente cuando hay flashback a su niñez -desde los 7 años que es sordociega-, cuando el pasado se hace presente. Su imposibilidad de escuchar, lo vemos plasmado en las relaciones que hace con el espacio, quizás siendo de niña un manifiesto limitante en el cual tuvo que aprender a actuar.

La forma en como ella ayuda y contribuye con su entorno, hace que Samuel nos de la noción de que Miriam no se queda solo en sus problemas, mostrando la enseñanza y conocimientos que entrega a partir de su enseñanza de vida, ya sea ayudando a otros que poseen similitudes con su capacidades diferentes o adoptando el desafío de presentarse -llena de valentía y coraje- frente a un curso de niños. En esta experiencia, los niños interactúan con ella, le hacen consultas de lo que le toca vivir y cómo afronta el día a día sin poder hablar ni escuchar. La motivación final es el resultado de distintas interpretaciones de momentos plasmado en plastilina, la cual Miriam percibe con sus manos e imagina en su mente gracias a sus sentidos y la guía de las niñas y niños expectantes. Visita especialistas, ayudada por su amigo Ibrahinn, con quien se comunica mediante lenguaje de señas y haciendo enfoque en la palma de la mano y los diversos escenarios comunicativos que se pueden recrear. Conoce nuevos sistemas de comunicación (Teletouch), el cual le muestra una forma de comunicación interpersonal en donde ella puede entender y hacer que sus palabras sean entendidas a cabalidad y no sólo interpretadas. De su misma boca escuchamos frases con tanto trasfondo e intensidad arraigada en su corazón.

“Mis amigos y hermanos ya no tienen rostro” (quizás siendo identificados a punta de olfato, vibraciones y lo que el tacto pueda clarificar) , “no hay letras en las páginas de los libros” -donde el sistema Braillé sólo la informa en símbolos-, o la aún más intrigante “no sé cuál es la cara que miro cuando estoy frente al espejo”. Quizás de ahí que Henríquez reitere y haga tanto énfasis en la imagen de mañana cuando Miriam se lava su cara, es como si estuviese intentado limpiar su impedimento, ampliar sus capacidades o recobrar esos  colores con los que tanto anhela desde niña. ¿Por qué a mí? Quizás cuántas veces se realizó esta pregunta Miriam, cuánto tiempo se negó a su capacidad y, dentro de estas situaciones históricas, cómo esta misma inquietud Samuel Henríquez trató de que a los espectadores nos hiciera sentido, nos cautivara y emocionara. Pero por sobre todo, nos abriera los ojos para aceptar y abrazar diferentes capacidades humanas a nuestra realidad. Aunque, el hecho de que Miriam logre saber hacer de todos sus sentidos efectivos una motivación que pueda, incluso ayudar a otros, es la forma que tiene de contribuir desde su experiencia de vida, en donde hace útil sus capacidades diferentes en beneficio de otros que se encuentra sumidos en ese mismo mundo.

Este largometraje termina siendo una ventana de aprendizaje, una visión a considerar, incluir y aceptar para siempre, apremiando los valiosos minutos que nos entrega Miriam con su experiencia y Henríquez con su enfoque en detalles, vivencias y sensaciones.

 

Cine//B_5 Apertura & Aquí Estoy Aquí No

Por Cristian van Kerkhoff.

Aparte del discurso inicial de los organizadores -quienes van en la 5° versión del festival sin percibir dinero, haciendo las cosas por amor al arte, al cine y al compartir- hubo muestras y avances de David Lynch (bajo su paradigma que  constantemente nos abre los ojos), el cine en movimiento “Prefiero Morir”, y el estreno de Aquí Estoy Aquí No. La segunda película de la cineasta chilena, Elisa Eliash.

De la nada, aparece en pantalla una imagen en blanco y negro. Comienza un cortometraje de David Lynch, maestro en la sutileza del mensaje y contenido, en donde afloran inquietudes, certezas e, incluso, premisas de vida. Algo tan simple pero fundamental apareció en su corto: “sé feliz en el trabajo”. Esto da paso a preguntarse e inquietarse por situaciones como, la locura, ¿qué tanto dista de la genialidad? Al parecer es la normalidad la que manda, la que categoriza las acciones y actitudes. Luego de un tímido aplauso, en donde pocos entendimos o más bien nos dimos cuenta de que era David Lynch en pantalla (ya fuera por el formato del cortometraje, lo espontáneo en que comenzó o porque no se conocía bien físicamente al maestro), comienza un avance -bastante extenso- del cine en movimiento “Prefiero Dormir” de Sergio Castro, que trata la temática de olvidar situaciones, evadir los momentos, no afrontar lo que tienes en frente y salirse de lo que toca como realidad.

Luego de estos dos momentos iniciales en que afloraron emociones y sentimientos, comenzó Aquí Estoy Aquí No. Ramiro, un obeso periodista que mayoritariamente se encuentra desempleado salvo por algunas clases que realiza, sólo varía su rutina al compartir con sus amigos y amigas. Pero aún así, su mirada y sus actos denotan un estancamiento, la falta de una motivación por la cual levantarse día a día, seguir y conocer nuevas sensaciones. Se le encarga una investigación sobre la historia de una ex rockera ochentera. Conoce a Ana a quien entrando en su mundo, logra cambiar su rutina gracias al contacto femenino, logrando desarrollar una fascinación hacia ella. Como resultado, pasa a ser una partner, la compinche y amiga de salidas. Tras su repentina muerte, Ramiro termina en un bloqueo y en estado de shock profundo, perdiendo el norte de hacia dónde ir, sobre lo que hay que hacer y con quién volver a relacionarse.

Lo deja soñando despierto, buscándola en todo entorno en el cual se relaciona o encuentra, incluso a niveles obsesivos. En el inicio de este trauma, Ramiro actúa desde la incredulidad, del reniego de la realidad, dando paso a aceptar lo real a ratos, ya que cuando pareciera que puede asumir o aceptar su muerte, comienza a verla deambular por la ciudad, encontrando su cara y su esencia en otras personas, escabulléndose entre aquí y allá para que no lo descubran. ¿De qué forma se retorna el orden? En este tiempo, Ramiro pasa a estancarse en recuerdos, los cuales lo atormentan. Le dan vuelta al punto de cuestionarse si Ana está realmente o dejó de estarlo. El pensamiento ronda en que se está viendo la realidad o que está en momentos de delirio, sueño o paranoia sobre lo que su cabeza le dice. ¿Qué es real y qué es mentira?

El constante delirio de verla en todos lados, hace que encuentre a una instructora de tiro al arco muy parecida a Ana. Con este hallazgo, Ramiro comienza a hacer que su vida gira en torno a la nueva versión de su amor, conociéndose, compartiendo momentos, inquietudes y premisas. Con el tiempo, pasa a ser inevitable el momento en que Ramiro la vincula y quiere que ella sea Ana nuevamente, dejando a entrever ciertas dudas e incertidumbres, o más bien, cuestionamientos de todo lo sucedido. ¿Cuánto dura el trauma? ¿Cómo nos volvemos a parar? Estas inquietudes actúan sobre la mente humana debido a que estar y no estar, hacen que la incertidumbre tome presencia, sea preponderante y su vaivén nos lleve a lugares que muchas veces no quisimos conocer, ver, llegar o interpretar.

La culpa no es del chancho

Por Alejandro Aguirre.

En relación a los últimos hechos acaecidos en nuestro país y conocidos por todos, el caso del productor de televisión Jaime Román, el creador de Barrabases Guido Vallejos y tantos otros que han abusado de menores de edad con increíble descaro y naturalidad y en la más absoluta impunidad. Y digo impunidad porque ya hemos visto como funciona la “justicia” en Chile. Si ya liberaron al cura «Tato», no me sorprendería que estos nuevos acusados sean condenados a ser protegidos en la cárcel durante un tiempo, mientras la gente olvida el caso.

Sin embargo como sociedad ¿Qué estamos haciendo? ¿Estamos haciendo algo para detener estos abusos o estamos facilitando el actuar de estos profesores, religiosos, ancianos, padres, madres, etc.? Probablemente todos nos sentimos con el derecho de desearles las penas del infierno a estas personas. Inflamos el pecho lleno de odio para proferir cuanta maldición sobre estos tipos y nos sentimos parte del dolor de las víctimas. Sin embargo, dentro de esta vorágine noticiosa del último tiempo, pareciera que sólo importa que los abusadores son personas con cargos “importantes” y no el abuso propiamente tal, quedando simplemente en eso. Un país entero buscando la “justicia” a través de años de cárcel, y luego nos olvidamos del problema hasta que otro caso aparece en la luz pública, y si tiene relación con algún tipo “famosillo” cuanto mejor. Pero realmente ¿Estamos como sociedad haciendo algo para terminar o frenar tales delitos?

Me preocupa que sólo busquemos castigo y no se haga nada para evitar estos abusos. Más preocupante aún es la sociedad que estamos construyendo, la sociedad en la que hoy viven los niños. Una sociedad en donde se ha perdido todo tipo de respeto al prójimo, donde la inocencia parece ser algo del pasado. Queremos una sociedad libre de pedófilos y lo único que hacemos es gatillar y exacerbar el nivel de erotismo, con programas como Yingo, Calle 7, repletos de pechugas y traseros bamboleándose a ritmos sexuales a cualquier hora en la tele. Con realitys -que de realidad no tienen nada- donde lo único que se hace es mostrar carne para cautivar al cada vez más excitado público. Permitimos que los “líderes” o “ídolos” de nuestros hijos sean adolecentes que visten diminutos trajes que no dejan nada a la imaginación y que sólo rinden culto al cuerpo.

Hoy en día a nadie le sorprende ver a niñas de 12 años o menos, vestidas como cabareteras, pintadas de manera provocativa, hablando de manera vulgar y que sólo les importa sentirse deseadas por quienes las miran. ¿Les parece exagerado? Fíjense en cualquier mall capitalino. Niñas que aprovechando su temprano desarrollo corporal, lucen sendos escotes que resaltan aún más la figura, usando traslúcidos y apretadísimos pantalones que no sólo remarcan, sino que también hacen notar que el pañal fue remplazado por un diminuto colaless, y todo esto porque ven que se puede llegar a la tele o al éxito con muy poca ropa. ¿Cómo un papá puede permitir semejante atrocidad? ¿Cómo una mamá puede sentirse orgullosa de que su hija vista de tal manera? Les tiñen el pelo, las pintan como mujeres de la noche,  las lucen como si fueran un trozo de carne a la venta… pero después reclamamos porque un tipo las miró con otros ojos.

Nos gusta exigir justicia y castigo, pero no aceptamos que, de alguna o u otra manera, todos somos cómplices de este tipo de atrocidades. Permitimos que nuestros niños dejen de serlo a muy temprana edad, los premiamos cuando se comportan como grandes y los castigamos cuando actúan como niños, vulnerando su inocencia. Es cierto que este tipo de abuso no tiene justificación alguna y deben ser castigados con el máximo “rigor” de la ley -que hoy protege a los abusadores- pero por favor, tampoco fomentemos ni aprobemos este tipo de conductas  y situaciones. Si vamos a dejar a nuestros niños mirando la televisión para que no nos molesten, tratemos que no sea un programa que sólo rinde culto al cuerpo, donde enseña a no saber nada. Donde sólo lo exterior importa y que solo fomenta la estupidez.

Todos somos responsables de lo que ocurre y debemos hacer algo al respecto. Porque ya sabemos que la culpa, no es del chancho.

Niños a su suerte

Por Carla Menéndez.

Siempre ha sido una gran decisión tener hijos -para aquellos que lo deciden-,  pero hoy le sumamos un sin fin de temas a tener en consideración.

Que no nazcan en invierno, está lleno de bichos, pues hoy en día en nuestra capital se perciben solo dos estaciones y por ende, los virus y las  bacterias rondantes se mantienen un mayor lapsus de tiempo entre nosotros. ¡Peor aún! Sumémosle la nueva enfermedad de moda que ha salido de todo control y ha creado un pánico colectivo desmedido por el mal manejo de la información en los medios. Ésta enfermedad siempre ha existido entre nosotros y ha mutado como varias otras. Es más posible contagiarse en un consultorio atestado de gente histérica, que dentro de la rutina normal. Quizás la moraleja sea ampliar los hábitos de higiene en los pequeños y entender que siempre han existido y existirán enfermedades entre nosotros por más que nos asustemos.

Que no vaya a un colegio de curitas ni a uno de monjitas. Por más católico que alguien se profese, todos temen que su hijo tenga contacto indebido con alguien que se supone debe enseñarles o guiarlos por un camino de fe. ¿Cómo le digo a un niño que a veces los más santos, tienen por gusto los pecados más repudiables? Son tantos los casos ya conocidos de sacerdotes y monjas que han abusado de niños y que finalmente quedan absueltos, que se genera una sensación de indefensión respecto al tema, y finalmente uno prefiere evitar antes de pensar en el daño del niño y del bolsillo pagando abogados que no lograrán ganarle a una red de sustento de estas entidades.

Que no vea cualquier canal de TV. Que no crea que los adolescentes normales son aquellos que venden su sexualidad de manera encubierta en programas, o aquellos que con corta edad tienen a cuesta un extenso prontuario de amoríos. Peor aún, decirle que esa gente que sale en todos los extras noticiosos, son personas con buen pasar económico, algunos conocidos, que les gustaba tener intimidad con niñas. «Se gana más si vendes tu virginidad» a un famoso, o si la subastas por algún medio de internet. Es espantoso para uno -me imagino como lo será para la gente más antigua- ver a lo que se ha llegado. Se le paga a una niña con evidentes problemas -Valentina Roth- para seguir incentivándola a la promiscuidad y al descontrol. ¿Nadie piensa que terminará mal o con una enfermedad de transmisión sexual? Quizás muchos lo pensamos, y seguramente quienes la contratan también, pero para ellos lo importante es generar dinero aunque sea sacrificando gente.

Que te maltraten no es normal, pero sí en todos lados se encubren los distintos modos de bullying (no se les dice nerd, ahora les dicen diplomáticamente geek). Ya no se discute conversando,  simplemente se les da una golpiza -Pareja Perfecta-, dando pantalla a las relaciones tormentosas y poco sanas -como algunas que salen en el docureality del 13-, o quizás lo que más ruido generó entre la gente, es como se le paga a alguna gente sumas excesivas de dinero para hablar mal de otros, insultar periodistas, ofender gente más humilde, humillar a aquellos de condiciones sexuales distintas, etc. Para qué pagarle a las Argandoñas, lo que podría invertirse en algo culturalmente entretenido donde se justifique el gasto. Finalmente, quizás la reflexión es si esa basura de TV somos nosotros reflejados.

Ya nada es fácil de prevenir ni de explicar, quizás lo más sano sea vivir el día a día y ocuparse de las cosas en vez de preocuparse de ante mano por ellas. Es la única forma de darles felicidades a esos seres y no prepararlos para ser inseguros y temerosos. Ya nada es como antes, y seguirá cambiando inevitablemente. Lo único que es bueno hacer, es Enseñarles que la envidia no es buena consejera. Que ser exitoso no significa pasar por sobre los demás, sino que a punta de esfuerzo y sacrificio personal. Que los amigos se escogen con el corazón y el alma y no por cuánto beneficio personal y económico te pueda brindar. Que todos cometemos errores, pero siempre se debe aprender de ellos y no tomar la postura cómoda de que equivocarse es normal para acostumbrarse a ello, dañando a tu prójimo pensando que pidiendo “perdón” todo el tiempo, es suficiente.

Entrevista a Pablo Cerda: El paso de la niñez a la adultez

Por Guillermo Soriano.

Actor y últimamente director. Para Pablo no fue un proceso tan dramático el pasar de una disciplina a otra. Lo hubiera sido si fuera profesor de Educación Física, como alguna vez se le pasó por la cabeza, y como lo es Exequiel, el protagonista de su primer largometraje como director, estrenada este año en BAFICI y en SANFIC. Pero según cuenta, nunca tuvo claro a qué se quería dedicar. Intentó probar suerte en Cuba como atleta de alto rendimiento, pero al cabo de tres meses decidió que no era lo suyo. La actuación, definitivamente no estaba en sus planes.

“Nunca me atrajo, llegó de adulto, o sea, a los 20. Me molestaba, lo encontraba innecesario. Por qué yo me iba a aprender un texto, para hacerte creer a ti que es verdad, cuando ambos sabemos que es mentira, es una imbecilidad. Lo encontraba una perdida de tiempo. Me ponía rojo, era muy charcha. De hecho tenía compañeros que eran muy buenos actuando. Yo era el peor digamos. Me iba pésimo, me daba vergüenza.”

Nacido en San Antonio, terminó sus estudios medios en La Serena. Hijo de una profesora y de un trabajador del sector público, nunca tuvo mayores referentes artísticos. Como cualquier joven saliendo del colegio, pasó por un período de confusión sin saber qué estudiar. Incluso recuerda a su hermano pasándole un libro de 1200 páginas con información de carreras universitarias. “Yo creía que ingeniería en alimentos podría ser porque me gustaba comer, o sea, ese nivel. Pero que bueno que creo encontré un rumbo.”

Pero pese a que no tuvo una infancia marcada por el arte ni el teatro, su núcleo familiar acogió con suficiente apoyo la idea de convertirse en actor. La decisión la tomó el año ’99, después de ver una obra de teatro (Art), y tras un período de probar con el deporte, supo que la actuación era lo suyo. “Gracias a mis papás soy lo que soy. El que no se hayan espantado, que no les haya parecido ridículo, porque yo no tenía ningún referente de actor en mi familia. Sin bien es cierto, todos cantan y que se yo, pueden tener como unión familiar la música, entonces no parecer bicho raro y abrirme las puertas a lo que quisiera, eso a mi me llenó de satisfacción.”

Formación como actor.

Fue entonces cuando ingresó a la escuela de teatro de Fernando González. Lugar de donde han salido actores como Aline Kuppenheim y Luis Gnecco. “Me costó mucho porque era muy difícil quedar en ese entonces, y hasta mi generación era una escuela prestigiosa. Y luego ya la cosa empezó a decaer a mi modo de ver. Era súper difícil entrar, una semana de competiciones, de unas doscientas personas quedaban doce. Y me gustaba, me gustó ese rigor. Yo siempre he sido bien riguroso en mi vida. Y obsesivo también.”

Ahí se reencontró con algunos de sus compañeros de La Serena. Los que justamente compartieron escenario con él, y que según cuenta, eran mucho mejor actores. “Entre que me dio miedo pero igual me gustó. Y me trataron súper mal. Ellos me hicieron bullying a mí; “qué estay haciendo acá” “dedícate a jugar a la pelota”, le decían entre bromas y risas.  Pero el rigor de Pablo lo llevó a estar siempre conectado con lo que hacía y con lo que se sentía más cómodo, como dice, es la única manera de sacar las cosas adelante.

“Sobre todo con un tipo con déficit atencional como yo. Si igual soy despistado, me desconcentro rápido. Después me tocó bailar, hice danza contemporánea entre medio porque me gustaba moverme. Y ahí me fui descubriendo dentro de este mundo del arte y me di cuenta que me gustaba y que quería hacer varias cosas. Creo que se ha encausado bien la micro, hasta el día de hoy me siento pleno.”

Su debut en las tablas fue en el año 2001. Se trataba de una obra de danza contemporánea. Luego en el teatro San Ginés, se le dio la oportunidad de trabajar con un grupo más grande de personas y frente a un público mayor. Cuenta que nunca quiso hacer comerciales, pero sí, pertenecer a un team de verano. “Ese era mi sueño. Porque te pagaban bien, y porque habían chicas lindas. Y estabas en medio de la playa, cosa que me encanta. Entonces yo todos los años postulaba, y mandaba una foto a una agencia flaite de team de verano, pero nunca me resultó. Porque o no tenía buen look, o era muy chulo, cachay, nunca me daba para el team.”

Trabajar sin prejuicios.

Para Pablo lo importante es comunicar. Sea en la plataforma o escenario que sea. Cuenta que no está de acuerdo con aquellos que critican la televisión. “Mis profesores se encargaron de sacarme ese estigma ochentero, de que los actores son sólo para las tablas, que lo encuentro una ordinariez, sobre todo en un medio chico. No tengo ningún problema con eso. No le creo a la gente que dice soy de tablas. Uno es actor.” Y así es como desde el 2004, ha sabido llevar una carrera televisiva que lo ha puesto en papeles importantes del área dramática de los principales canales nacionales.

Pero su búsqueda continuó. En el año 2008 funda La Nena, una productora audiovisual que lo llevaría a iniciar su camino como director gracias al corto “Domingo”, la historia que cuenta la relación entre un padre con un hijo. “Con René Martín, co-guionista y asistente de dirección en Domingo, del 2009, tenía ganas de seguir contando esa historia y siempre lo comentábamos. Era bonita, era una buena historia, un papá con un hijo. Se me hacía familiar, y me sentía con la capacidad de poder contar un poco más.”

Luego vendría “Omar” (2010), pero con la idea en la cabeza de extender la historia de Domingo. Y así se empieza a gestar “Educación Física”, el largometraje que tendría una de sus mayores dificultades dar con la persona que tuviera las características físicas del protagonista. Querían a un actor chileno, de treinta y tantos, que fuera gordo, o que estuviera dispuesto a engordar, y que además pareciera de San Antonio, lugar donde transcurre la historia.

“Después de los 30’s no todos queremos engordar. Algunos buscar bajar. Pero lo conversamos, y dale, lo hago yo. Creo que la historia la conozco, lo puedo hacer bien, en ese sentido me tengo confianza. Creo que no soy un gran actor, pero soy un actor que responde. Y que conecto fácil con lo que quiera. Y entonces vamos. Hagamos la película.”

 La historia papá / hijo.

“No era una historia personal ni nada, mi vida ha sido bien neutral y estándar. No ha  habido altos ni bajos. Lo que me interesa a mí, más allá el tema padre-hijo, es el rollo del paso del tiempo. El paso de la niñez a la adultez. Cuando te hallas que ya no eres un niño, pero te sientes, y tienes que ser adulto, con responsabilidades, y la gente que a ti te acogió alguna vez en su regazo, ahora es tú regazo el que acoge a esa gente.” Respecto a sentirse en esa etapa de su vida cuenta que se relaciona con ese proceso. “Tengo 32, ahora yo trabajo, y ahora me toca a mí responder. Con la familia, con los amigos y con la vida también. Tomar las riendas del asunto. Y tomar ese riesgo, o hacerse cargo de eso, no es fácil. Y creo que sobre todo los hombres, muchos no se hacen esa pregunta.”

Pasó de sus 79 kilos a pesar 104. Dejó el deporte que tanto le gusta y la bicicleta, su medio de transporte.  “Fue uno de mis mejores años de mi vida. No te puedo negar. O sea comer tanto, nunca lo había pasado tan bien. Sí fue cansador, sí fue exigente, pero en ningún caso agobiante, porque era una historia mía, que tenía ganas de hacerla. Y eligiendo a los actores, juntándonos todos los días con René. Fue un proceso corto y súper concreto. En ese sentido me siento súper orgulloso, o sea, después de concretar la película.”

Se le nota feliz con el resultado final. El casting, según cuenta, fue siempre buscando gente comprometida y que quisiera participar. Para Pablo es fundamental conectarse con las historias que se están contando, y que con Educación Física, a su parecer se lograron. Destaca el nivel de actuación que alcanzaron los actores y la naturalidad en la que se desenvolvieron. “Creo yo que hacer películas tiene que ver también con subir cerros. O sea, tú partes con un grupo y terminas con ese grupo. Y todos tenemos roles. Creo que es importante definir roles. Creo que es importante estar conectado en ese sentido. Que aquí todos tomamos la cuerda y si tú vas segundo, no tienes más importancia que el que va cuarto. Sino que hay una cierta línea que hay que seguir, y hasta el final. En ese sentido, creo que mi grupo, lo logramos, llegamos a la cima.”

Vivir al límite

Por Cristian van Kerkhoff.

¿Es el hecho de lograr un record que el resto quizás nunca pueda lograr? ¿la satisfacción personal de superar todo lo conocido por la ciencia y su investigación y sembrar un nuevo estándar? O quizás es algo aún más profundo e intrínseco del ser humano que desde sus orígenes quiere lo que no tiene, lo que no puede o lo que le niegan.

La experiencia de estar constantemente renovándose e insertos en el cambio, nos entrega la vitalidad que necesitamos para continuar. El vértigo y el riesgo de saber si se logra o no la meta o el objetivo planteado, nos mantiene en un hilo y expectantes con todos nuestros sentidos enfocados en lograr la misión. La adrenalina actúa como combustible necesario y demandante durante el acto.

Esta misma sustancia es la que deportistas, alpinistas o personas como Felix Baumgartner, no pueden olvidar el efecto causado en ellos. Una mezcla de satisfacción, ansiedad y miedo que nos hace sentir más vivos que nunca y en donde hasta podemos sentir que el tiempo se detiene. Esos pocos menos de 10 segundos en donde Usain Bolt utiliza todas sus energías y convicciones de saber él mismo que está en la delgada línea del límite, que cualquier esfuerzo extra lo puede dejar en la gloria o en el fracaso; o el mismo Baumgartner en su salto desde la estratosfera, en donde cualquier mínima falla o mal cálculo tanto de él como del equipo podían hacer que el trabajo de 5 años fracasara en 5 minutos.

David Blaine, ilusionista estadounidense, con su osada aventura de traspasar 1 millón de voltios por su cuerpo, nos entrega nociones de que el ser humano está en constante superación. En su caso, da cuenta de que el estudio del cuerpo humano, el poder de la mente y estar siempre buscando desafíos, entrega resultados muchas veces cuestionados por la ciencia y los más entendidos en las áreas del conocimiento.

Casos como los de Blaine o Baumgartner, también involucran un nivel de espectáculo, expectación y ansiedad tremenda, cautivando a millones de personas que constantemente piensan en los diversos escenarios que podrían afectar a los realizadores o incluso pensar qué haría ellos mismos, idearse en el mismo escenarios y dar opinión frente al asunto. Aun más, también es una motivación para otros el saber que sí es posible superarse, no es sólo por el límite que alcanzan grandes récords o hallazgos, sino que la mayoría aumenta sus posibilidades al cobrar realidad que lo mencionado como impensando si se puede obtener.

Por distintos medios podemos comprobar más y más hazañas… Youtube y otros canales audiovisuales nos permiten verlos y sacar nuestra propia conclusión, generando aún más ideas y motivaciones. Estos mismos motores de búsqueda nos entregan la posibilidad casi instantánea de saber algo o más de cualquier inquietud que tengamos. Antiguamente, sólo los sabios tenían estos conocimientos o hace 15 años atrás, sólo los periódicos, la televisión o vía teléfono se podía saber de un nuevo avance. Con esto, los llamados nativos digitales, los que nacieron con Google, Wi Fi o dispositivos móviles, logran un nivel de actualidad y, por sobretodo, el conocimiento de sus anhelos, deseos o sueños sí son realizados por otros, hincándoles aún más hacia la motivación por el logro.

Estas posibilidades actuales, nos entregan la noción de poder viajar a conocer otras realidades más extremas para estar constantemente planteándonos desafíos, retos y cómo poder realizar lo que muchas veces puede lograr atormentar nuestra mente. Todas estas posibilidades, hechos y logros en constante alcance, nos entregan la premisa y la señal de que los cambios sí son posibles si trabajamos arduamente en ellos, que la satisfacción sí es alcanzable. Así que, no te detengas, no bajes los brazos ni menos pienses que no puedes.

Donde las Papas Fritas queman

Por Cristian van Kerkhoff.

Ch.ACO 2012 en Estación Mapocho, el mundo del arte en su esplendor. Periodistas, funcionarios públicos, entendidos, famosos, amigos y expositores… la elite. Un pre-estreno de gran asistencia, en donde el chileno común poco se vio. Arte contemporáneo, desde reciclaje, chicles y materiales variados, hasta cortometrajes, secuencias o intervenciones. Ojos críticos, no tanto. Realidades y percepciones para todo gusto.

Costaba fijarse o tomarse el tiempo para entender cada exposición de la muestra de arte contemporáneo. Parecía más bien que las personas estuvieran deambulando por un lugar para encontrase con alguien en especial. De entrada, alrededor de las 20:45, me topé con Cruz Coke y su asistente, quizás coordinando o ya cumpliendo con haber ido y ordenando la agenda del día siguiente.

En el transcurso de la feria, la alta concurrencia generaba un sentimiento de que se terminaba mirando más a las personas que observando y analizando el contenido visual que había. Al ir observando las diversas acepciones de arte que manifestaba cada artista, me invadían ciertas inquietudes. Por ejemplo, qué es lo que a cada uno le hace sentido en el arte, pensado en los niveles de entendimiento del público asistente, o qué sentido o desde dónde tenía que mirar una obra para entenderla.

Dentro de lo más llamativo y polémico fue lo de Francisco «Papas Fritas”, quien nos presentaba su arte mediante un mensaje haciendo referencia a una “Bulimia mental”, saliendo de lo tradicional del mundo del arte. Entregando analogías directas, logró hacer concurrido su espacio, en el cual también se le veía moviéndose, conversando y haciendo lobby. Conversábamos con un amigo que me acompañó, y ambos generábamos una primera impresión de irreverencia y contingencia en su arte, con un discurso creativo y en donde las analogías priman en un arte contemporáneo atingente a la realidad.

Su arte incidía en distintos y variados ámbitos de la realidad, lo que hacia detenerse y percibir más en detalle la obra. Rotaba entre visiones humorísticas (pico pal que Lee con el homónimo maestro de artes marciales), críticas sociales y políticas (Pinochet como nana de la Dama de Hierro y la Reina Isabel) o marcas, películas y contenido pop. Papas Fritas, rompía con el elitismo de trajes formales o vestimenta de gala, usaba colores vivos y anteojos oscuros, lo que hacía que no pasase desapercibido, siendo consecuente con la muestra visual. Se nota que no se deja influenciar por la opinión que su gremio posee de él, ya que su mismo arte no se elabora bajo lo que establece la academia, entregándonos un perfil de autodidacta, constancia en la innovación y desarrollo creativo.

En que el contenido que entrega al público, no deja indiferente a nadie, generando feedback instantáneo ya sea como reproche o apoyo. Por muy polémica que hayan sido sus obras o su historial, habla más su contenido que la las inquietudes o críticas que generen cada muestra, intervención u obra; donde la conciencia social, realidad directa y sin censura, son las principales dimensiones en que interviene. Esto se logra ya que Papas actúa desde su ojo crítico y haciéndole caso a su pensamiento aunque a algunos no les parezca. Su forma de actuar le ha llevado a posicionarse y hacerse un nombre, exponiendo incluso en el Museo Nacional de Bellas Artes (con su Isla de Papas Fritas y su subasta de Milan Ivelic) o cruzando la cordillera y marchando a China.

Creo que su percepción de la realidad debe ser entendida y respetada bajo el criterio de que percibe el arte como una construcción que hace cada uno con su vida, el cual manifiesta mediante mensajes subliminales, comunicados que dicen ir más allá de los límites establecidos, los cánones sociales o lo correctamente consensuado. Los invito a googlearlo, leer e informarse, ya que por lo menos logrará una risa o un gesto, dejando en cada uno si es que las realidades, percepciones y analogías les hacen más de algún sentido o entendimiento.

Lo que dejó las fiestas patrias

Por Cristian van Kerkhoff.

Fondas, víctimas y tradiciones. Atochamientos, balnearios llenos y a ratos un Santiago fantasma. Días de fiestas, de tiempo libre y de viajar si es que el presupuesto y el camino hacia el destino lo posibilitaban. Una fecha no exenta de polémicas, dramas, brindis y celebraciones. Las fiestas patrias en un breve resumen de sus diversos acontecimientos, altercados, cifras y recuentos.

Más de una semana en donde Chile volvió a ser Chile en cuanto a llenarse de sus tradiciones, bailes típicos, gastronomía, entusiasmo, cánticos y ceachei. En donde los comentarios variaban de qué se haría, dónde y con quién, todo en cuanto a realizar algo «típico chileno». La inquietud que me arroja es, ¿por qué en las fiestas patrias queremos volver a ser tan chilenos? ¿Por qué no serlo todo el año, a favor de lo chileno (música, cultura, lectura, etc.) y en las fiestas patrias sólo reafirmarlo?

En cuanto a manifestaciones, hubo un receso, quizás debido a que las personas no se concentraron tanto en la capital ni en las grandes regiones como en una semana laboral común y corriente. Aunque hay que destacar que la manifestación en la parada militar con respecto a la solicitud de una educación pública, gratuita y de calidad, fue una jugada estratégica y memorable de parte de estudiantes que no descansan ni bajan los brazos en su requerimiento. Aquí los chilenos por la educación sí se hicieron presentes y no tomaron vacaciones.

Más de 30 víctimas fatales, en las cuales la mayoría fueron peatones por sobre conductores al frente de un automóvil. Sí se redujo el nivel de víctimas fatales pero, con la nueva Ley de Alcoholes, muchos más peatones transitaron en estado de ebriedad, cruzaron donde no debían y algunos, encontraron la muerte celebrando o dirigiéndose a su casa. Para los que fiscalizan, ojo con cómo van a controlar a la masa en estado de ebriedad alrededor de un evento, local nocturno o discoteca, ya que sí antes era el conductor el que podía matar por el efecto del alcohol, ahora son los peatones quienes se pueden cruzar en cualquier momento, perder la noción o cometer locuras.

Vinculado a la ingesta de alcohol fue la reincidencia en la conducción en estado de ebriedad del portero de la Universidad de Chile, Johnny Herrera; quien luego de atropellar y dar muerte a una persona en 2009, vuelve a recaer en la conducción bajo la influencia del alcohol, entregando señales del nulo aprendizaje de los daños causados anteriormente a la familia de la víctima y, por sobretodo, su baja autocrítica. Un reflejo de muchos que no quieren ver la realidad, le bajan el perfil y que, incluso, nos se les juzga de la misma forma que a otros porque son políticos, futbolistas, animadores o «hijos de».

Santiago estuvo irreconocible durante muchas tardes, en donde daba gusto circular tanto a pie, en bicicleta o en automóvil. Los únicos lugares en los cuales podríamos sufrir por las multitudes, eran las fondas, ramadas o quizás uno que otro parque. Para los que nos quedamos en la capital, fue un agrado más que una desilusión no salir, sobretodo contemplando los grandes atochamientos de automóviles, el alza (año tras año) de los precios en los pasajes de buses y el saber que para donde se fuera (norte, sur, este y oeste) se estaría en presencia de miles de personas buscando -sin mucha satisfacción- lo mismo que todos: paz y tranquilidad.

Reafirmo la inquietud de la chilenidad, ya que tanto nos quejamos de nosotros mismos, de nuestra cultura y que pareciera que sólo en las fiestas patrias el corazón se nos sale con un ceachei o al escuchar una cueca. Creo y postulo en ser chilenos orgullosos día a día, de su territorio y cultura, que si la idiosincrasia no gusta o molesta, intentar cambiarla o aportar en su mejora pero no destruirla, en criticar constructivamente y no destruir un comentario; en respetar al resto como queremos que nos respeten o como nos respetamos a nosotros mismos, y por sobretodo, estar a favor constantemente de ayudar a otros, ya que juntos podemos hacer que Chile sea más grande de lo que ayer se dijo que era.

Momentos en el mes de la patria

Por Cristian van Kerkhoff.

Carne, vino y cueca el 11, el 18 y el 19. Tradiciones, fechas y hechos inevitables en las fiestas patrias que año a año son esperadas con más ansias que el mismo cumpleaños, la navidad o el año nuevo. ¿Será un mes de receso de manifestaciones sociales y en la conciencia en el cuidado personal o será una oportunidad para que el gobierno se libre de críticas por un mes?

Es el mes más esperado y el que más rápido se va. En que retomamos la conciencia ciudadana de cuidarnos al volante, de no consumir en exceso, de las calorías, las picadas y el mejor parrillero. Tanto el viernes 14 como el sábado 15, las autopistas y avenidas estaban más concurridas que nunca, todos deseaban pasar por encima del otro para llegar al mismo destino: el lugar de vacaciones.

Por diversas razones y, contrario a la mayoría, tuve la suerte de presenciar y utilizar las calles de Santiago. En donde avenidas como Diagonal Oriente, Vespucio o la ruta 68 experimentaban atochamientos similares a los de películas apocalípticas hollywoodenses, donde el estancamiento, el casi nulo avance o las bocinas arrítmicas, entregaban un panorama poco alentador para quien anhelaba y ansiaba tanto la salida de la capital para las fiestas patrias.

Más temprano esa misma semana, tuvimos un «11» que el inconsciente colectivo y los medios masivos no harán olvidar. No sé si el gobierno quería desviar la atención de esta tradicional y rememorativa fecha con un partido de fútbol eliminatorio (donde los días anteriores los bloques deportivos eran más extensos de lo normal). Tampoco sé si se quería desviar la atención con el fallecimiento de uno de nuestros últimos íconos relacionados al mundo del deporte, Don Sergio Livingstone.

Desde el 2007 que la sociedad no sufría la baja de un carabinero en protestas (ahora el cabo Martínez y anteriormente el cabo Vera, dos mártires que el recuerdo no olvidará) y que también hace cinco años que no teníamos un feriado por fiestas patrias en que existieran casi 10 días libres. Del partido eliminatorio, más que internalizarnos en el fútbol, creo que hay que hacer referencia a un problema constante en nuestra cultura: la improvisación y el bajo autocontrol.

La improvisación de la zaga central nos costó el partido, en donde «probar» a estas a alturas y con rivales de categoría, siempre es una mala decisión. Y qué decir del nulo autocontrol de Medel, que casi con 60 minutos restantes de partido, dejó al equipo luchando con uno menos. Estos dos problemas se pueden incluso vincular en la poca paciencia de los automovilistas o la poca planificación y gestión para controlar los atochamientos en las salidas de santiago de parte del ministerio de transporte (no es ni novedad ni algo espontáneo que casi 300.000 vehículos saldrían de la capital para las fiestas patrias).

Otro manifiesto que minimiza nuestra cultura fue el abucheo al himno de Colombia, del cual si Don Sergio Livingstone hubiese estado vivo, creo que habría sido en contra de este acto inculto y de mal gusto. Un caballero como él siempre tuvo objetividad y alturas de mira para las diversas circunstancias, tanto deportivas como sociales, por ende, espero que su legado y su visión se impregnen como un modelo a seguir en las nuevas generaciones de deportistas y comunicadores.

Lo más sensible es y seguirá siendo los conflictos sociales que involucra un 11 de septiembre, donde (a priori) es necesario otro cambio generacional para que esta fecha sea sólo de congojo para las familias que perdieron seres queridos en la dictadura,  actos rememorativos o manifestaciones pacíficas por el centro de Santiago. Creo e incluso lo comenté días antes que, dado las diversas manifestaciones escolares y universitarias de este año, el 11 sería una fecha y un punto de inflexión, el cual no pasaría desapercibido ni menos aminoraría lo que año tras año genera en la sociedad.

Con el lamentable fallecimiento del cabo Martínez, creo que se abre un proceso de reflexión e introspección en cuanto a considerar esta fecha y los diversos manifiestos y actos que repercuten en ella. Personalmente creo en poder perdonar y a la vez no olvidar lo sucedido, ya que recuerdos y emociones no desaparecen del instinto humano pero que a la vez nos entrega el aprendizaje para decir «nunca más», sentenciando así esta situación para que no vuelva a suceder.

Un acto de esta magnitud, demostrará el crecimiento de nuestra sociedad chilena.

SANFIC8: Pérez, ganadora en mejor dirección

Por Cristian van kerkhoff.

Peleas, confrontaciones y discusiones. Miradas de odio, pena y tristeza aunque estas tratan de ser disimuladas gracias al humor negro de los personajes. Una relación distante e irresponsable de padre a hija, condiciona el transcurso de la película. La falta de interés y cariño muestra por qué Roma (hija) actúa de tal forma aunque, por dentro, Pérez (padre) la adora. Una forma de entender relaciones interpersonales y, sobre todo, aprender de los errores y ser responsable de sus actos.

Aunque apresurado, pude llegar a la hora al Hoyts de Parque Arauco, eso sí, quedando en la tercera fila debido a que realmente parecía estreno hollywoodense (o lo más cercano que me ha tocado). Dentro de la sala había artistas, periodistas especializados,  actores de la televisión y el cine e incluso los mismos protagonistas de la película. Luego de una breve introducción y agradecimientos de parte del director, la película comenzó.

El inicio de la película está cargado de símbolos que ejemplifican conceptos de familia e independencia. Bien particular (aunque creo por el tema de internacionalizarla) fue ver que estaba subtitulada en inglés. De entrada, nos muestra a Pérez, un cuarentón quien no desea que se le pase la juventud. Manifiesto de ello es Marion, su actual pareja que rodea el inicio de los 30.

Ambos conversan y preparan el momento previo a la llegada de Roma, hija veinteañera de Pérez. El nerviosismo, la ansiedad y la inseguridad de lo que pueda suceder, se manifiestan con los gestos y actos del protagonista. De las inquietudes de esta situación, arroja una pregunta por sobre muchas  ¿Cómo afrontar esta relación que debería haber sido de responsabilidad parental por años?

Una vez que los tres se encuentran viviendo bajo el mismo techo, comienzan los conflictos, confrontaciones, miradas de despecho, etc. Roma adopta una postura confrontacional frente a cualquier comunicación o inicio de relación interpersonal, incluso logramos ver la disputa del poder femenino.

La relación que se da entre los tres fluctúa entre picardía, humor negro, indirectas y emplazamientos en la cara de cada uno. Insolencias de parte de Roma, contención y tolerancia de Marion y el excesivo relajo de Pérez frente a la situación. Con estas tres posturas tan contrarias, el conflicto comienza a crecer y acrecentarse más y más, entregando la sensación próxima de disputas y peleas, emociones y llantos, risas y nervios.

En ese momento, contemplando la película (y durante todo el desarrollo), a mi lado se reían de las indirectas-directas de Roma, otros que reaccionaban con gestos de impacto o empatía dada la fuerte relación entre los tres y, otros que mantenían silencio analizando las situaciones, el por qué o cómo explicar la relación de los personajes.

Los distintos momentos en la película enfrentan a los tres personajes en diferentes situaciones interpersonales y grupales, poniendo a prueba la paciencia, la energía y la tolerancia que se tiene el uno al otro. Particularmente, la relación entre padre e hija, al mirar sus ojos, se nota que se extrañan, pero ninguno quiere dar su brazo a torcer, ya sea por la lejanía emocional de Pérez o por la excesiva rabia y contención que manifiesta Roma. Su relación es siempre de debate, molestias o insultos.

Creo que en lo que más logra trascender esta película, es en ver cómo se comunican no verbalmente los protagonistas entre ellos. Como los gestos de la cara y el cuerpo manifiestan inquietudes, enojo, rabia o distintas emociones que se desglosan en el transcurso del film. Recomendada para reír, llorar, enrabiar, odiar, querer y contemplar.

Al salir del cine.

Luis Gnecco (Pérez) y Antonia Santa María (Roma) estaban en el hall conversando. Incluso hubo Coronitas en una cubeta con hielo. Se esperaba el voto del público ya que a la salida repartían la papeleta de votación. Antonia Santa María tiene un ángel especial.  En la película hace de una niña engreída, resentida y confrontacional; en vivo, es natural, fina y relajada.

Aunque estuve a cinco metros con libreta y lápiz en mano, ¿qué le podría decir o preguntar? Obviamente, estuvo hablando y ocupada en sus asuntos. Aunque cruzamos un par de miradas, sólo se me pudo haber ocurrido decirle que es genial como logra las emociones con Roma, cómo se empapa de cada sentimiento de rabia, enojo o frustración.

Para una próxima vez. En aquella ocasión, el coraje no estuvo tan presente.

Pérez, Dirigida por Álvaro Viguera. -2012, digital.