Prólogo: Fui lo que he sido, libro póstumo de Miguel Vásquez

Miguel Vásquez Parada fue un hombre querido. Afable con los suyos, pero implacable ante las injusticias. De trato afectuoso en lo cotidiano, pero con una pluma capaz de allanar hasta lo más sagrado. A Miguel le gustaba vivir. Vivir experiencias para luego convertirlas en verso y prosa. En su maravillosa suntuosidad literaria, agrupó los poemas que durante años acumuló en su bloc de notas, editando su primer libro a comienzos del año 2021, “Desperdigados”. Un texto tan disperso como la mente del poeta que lo escribió. Aquel libro habitaba en un espacio prosaico que dibujaba emociones tan cotidianas como complejas. La figura paterna se presentaba como un elemento fundamental articulando distintos escenarios en la vida de Miguel, como un referente que en su ausencia se hacía cada vez más presente.

Con este, su segundo libro, las motivaciones del poeta cambiaron radicalmente. Antes de su pronta partida, Miguel dejó instrucciones para editar “Tránsito hospitalario”, una obra que aborda su experiencia como paciente diagnosticado con cáncer. Un texto difícil de leer para quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo, más aún, para quienes recibimos su amor y cariño. Frases como “…no puedo atravesar el dolor de la enfermedad, las esperas mortificantes de una vida que parece con su calendario lacerante preparando su extinción…” (Al menos en esta vida) nos deja un nudo en la garganta difícil de asimilar. Pero el tránsito hospitalario de Miguel también nos regala una radiografía de lo que es habitar un hospital público en Santiago de Chile. Desde conversaciones con otros pacientes hasta el sonido de las camillas recorriendo las cerámicas, en esta obra tenemos la oportunidad de acercarnos en primera persona, a conocer la condición humana de un hombre sensible circulando en la adversidad.

Y es esa sensibilidad la que desencadenaba en Miguel una pulsión de querer transcribir sus emociones. En virtud de aquello, me tomé la licencia de ampliar este libro rescatando numerosos poemas y textos que Miguel publicó en sus redes sociales, y otros que permanecían inéditos en su notebook y en su celular. De esta manera, “Tránsito hospitalario” se convierte sólo en el primer capítulo de este extenso trabajo que recoge versos tan disimiles que hubo que hacer un trabajo de edición que ordenara sus poemas, escritos y reflexiones.

Al segundo capítulo lo llamé “La familia y amigos”. Una temática habitual en la pluma de Miguel en la que su padre vuelve a estar presente, pero acompañado con historias de familiares y amigos, incluyendo a sus mascotas que también eran una parte importante de su vida. El tercer capítulo lleva por nombre “El crítico”. Acaso el perfil más conocido en sus redes sociales, en las que esculpía su mordaz crítica al sistema, denunciando injusticias y atropellos, haciéndose parte de causas y ubicándose de manera clara en un bando; “…la memoria viva es lo que permite damas y señores que no vuelvan a pasar las atrocidades cometidas contra mujeres, hombres y contra sus hijos durante la nefasta Dictadura y nunca jamás Dictablanda, como decía la miserable escoria plagada en su triste uniforme de auto proclamadas y vanas glorias…” (Será necesario).

El cuarto capítulo evoca una de las grandes pasiones de Miguel, el “Fútbol”. Con una mezcla de crítica social, los poemas que albergan este capítulo cargan un marcado componente de nostalgia. “De pronto vienen a mi mente tantos partidos pasados. Distintas épocas sociales, distintos equipos, distintos procesos personales. Hoy mientras lavaba unas frutillas, en el patio recordé esas ma- ñanas en Japón. Cuando Neira, Tapia y Rozental me hicieron creer que seríamos campeones del mundo…” (Mañanas en Japón). Además de jugar muy bien a la pelota, cuando se trataba de fútbol, Miguel no sólo era un hincha, sino más bien, era un poeta romántico que conectaba con un deporte en el que el recuerdo de su padre también se hacía presente.

El quinto capítulo es una excentricidad. Corría el año 2011 y la efervescencia social por el movimiento estudiantil me motivó a levantar mi primera revista digital. La idea era abordar temáticas políticas, sociales y culturales. En este contexto, invité a Miguel a escribir columnas de opinión de carácter político, dándole algunas instrucciones acerca de la extensión y contenido. “Un trabajo serio” diría mi yo de ese entonces. Miguel acepta, pero con una condición, que sus columnas vayan con la firma de “Rolo Medina”. ¿Por qué ese nombre? –Le pregunto. A modo de sátira, me cuenta, que el seudónimo lo sacó de un personaje de Sandro en la película, “El deseo de vivir” (1973), en la que interpreta a un

atractivo joven y adinerado deportista que, pese a llevar una vida llena de lujos, placeres y bellas mujeres, siente que su vida no tiene sentido. Me causa gracia el seudónimo y le doy luz verde para que comience a escribir. Acto seguido, Miguel no respeta ni la extensión ni las temáticas que le planteo. Escribe unos relatos en los que mezcla la opinión, la crónica y la novela. Una cosa rara pero que se hacía muy entretenido de leer. Finalmente dejo que escriba lo que quiera. Y en las siguientes revistas que lancé, Rolo Medina se hizo presente con comentarios de películas y cuentos que dejé con sus respectivas fechas de publicación, en este capítulo especial del libro.

El sexto y último capítulo y también, título del libro, lo llamé “Fui lo que he sido”, en base al poema homónimo el cual destaca por su brillante cadencia y lacónica mirada de un hombre que intenta encontrarse en un escenario que le es ajeno. Un auto retrato que recuerda la visión crítica de Enrique Lihn y su constante desarraigo con los tiempos que vivió, así como con el compromiso estético de Roberto Bolaño, “…entonces salté la jabalina de la sucia avenida / y recordé la mortandad de los escritores admirados / ninguno sobrevivió a su tiempo, ni a la hoguera de los años / Fui lo que he sido, y no me arrepiento / pude ser más, pero así fue mi cuento” (Fui lo que he sido). Este capítulo es el más extenso del libro. El más íntimo. La puerta hacia el alma de Miguel, que nos invita a seguir conociéndolo a través de estos versos.

Este trabajo es un homenaje póstumo a quien fuera hijo, hermano, amigo, amante, pero por sobre todo, poeta. Nos regalaste un pedazo de ti en cada palabra que escribiste. En cada historia que narraste. En cada broma que hiciste. En cada abrazo que entregaste. Es imposible entender por qué pasan las cosas. La rabia y la pena se entrelazan en un espiral de tristeza. Pero citando el poema “Dejar partir”, hay ciertas cosas que no dependen de nadie. Hoy nos queda el bonito recuerdo de tu presencia y de estos versos, para volver a escuchar tu voz.

Un honor haberte conocido, querido Miguel.

Guillermo Soriano Urrutia
1 de julio del 2023

Año de publicación: 2023
Número de páginas: 201

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