Tienes derecho a leer a Galeano

Era un farol potente. Un ser humano capaz de decir lo indecible, en un mundo donde la verdad es financiada por la sangre de los despojados. Su figura siempre crítica ha dejado de combatir contra una enfermedad inexorable, inclemente.

Por Rolo Medina

Duele su ausencia desde hoy, porque Eduardo Galeano fue capaz de retratar la historia sin mitos, la carne viva de las desigualdades, y sobre todo, supo poner de manifiesto el triste engaño de nuestras sociedades de consumo alienadas, dibujando poesías contra la miseria del imperio, denunciando sin un ápice de decoro, la crudeza de un continente expoliado. El decoro jamás sirvió a la hora necesaria de gritar verdades. Fuiste testigo y acusador de los más aberrantes vejámenes de nuestros tiempos. Y siempre estuviste certero y sin medias tintas. Condenaste lo condenable, aunque nos informaban lo contrario.

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Pudo ser de otra manera. Galeano, de pausada pero sólida voz,  cuya lengua apuñalaba como sólo la verdad puede hacerlo, ha muerto en un sanatorio de su natal Uruguay. El periodista que dado los tiempos,  no parecía periodista. Un ser humano alejado de los testaferros del poder, esos pusilánimes lameculos que trafican informaciones a sueldo. Un cronista de pensamiento afilado, cargado de rebeldía, ésa rebeldía tan ajena a las escuelas de periodismo que reproduce la élite. Pudo ser de otra manera. Porque el cáncer nos arrebató de tu fecunda compañía, demasiado pronto.

Las venas hoy están más sangrantes que nunca. Una América en donde los medios de comunicación al servicio del capital, siguen dispuestos a informar que llueve, y todos sabemos que nos mean. Los 43 de Ayotzinapa también nos recuerdan que la historia no conoce de salvedades a la regla. Quizá el gran deseo que Galeano tuvo, fue hacernos creer en otro mundo posible, en la posibilidad de soñar, en el derecho que tenemos todos al delirio. Muchas gracias por ello, porque muchos aún creemos que lo que pronunciaste está vivo.

Hoy la máquina de las asquerosas redes de corrupción está absolutamente vigente. Y los dominadores se han sacado sus máscaras y antifaces. La decadencia moral de nuestros gobernantes parece incrementarse tanto como las muertes en Palestina o en Kenia. Y Eduardo, cómo extrañaremos que nos grites tantas verdades.

Debería existir en cada sala de clases, el derecho irrenunciable de leer a Eduardo Galeano. Ahora tus imágenes y frases se vuelven eternas, y estarás presente en cada sueño. Porque fuiste de carne y hueso,  pero un hombre consecuente. Uno de los imprescindibles.

Buen viaje maestro, buen viaje.

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