Por Guillermo Soriano.
Actor y director de renombre, Jaime Lorca dedica hoy sus días a darle vida a las marionetas. Pero su extensa trayectoria en las tablas comienza a mediados de los ochentas con el colectivo teatral “Los Que No Estaban Muertos”, un experimento nacido en la Escuela de Teatro de la Universidad Católica de Chile, junto a sus compañeros Juan Carlos Zagal y Laura Pizarro (actuales Teatro Cinema), que al poco andar se transformarían en la afamada compañía La Troppa.
Con ocho aplaudidas obras, Jaime Lorca ganó el Premio Altazor de las Artes Nacionales, por su interpretación en Gemelos (2000) y Jesus Betz (2004). Aunque los objetos y marionetas estuvieron presentes en La Troppa, no fue sino hasta su disolución que Lorca los tomó más en serio. A fines del 2005 fundó la compañía Viaje Inmóvil, que encuentra su cuartel titiritero en el Anfiteatro Bellas Artes, una sala ubicada al costado del Museo que se posiciona como el primer espacio dedicado 100% a esta disciplina. Pese a que los muñecos y las marionetas, hoy por hoy, son el motor creativo de Lorca, estos le vienen rondando la cabeza desde temprana edad.
“La primera vez que yo vi un títere, fue en la playa chica de Cartagena. En la terraza. Era una carpa que debe haber tenido seis metros por tres. En la noche presentaban pequeños espectáculos. Y ahí entramos con mi familia y se hizo lo oscuro… güaaaa (grita)…, la gritería y luego la caperucita roja. Ese es un recuerdo inolvidable para mí. Un pequeño show de, no sé, habrá durado diez minutos, pero inolvidable. Por fuera estaba el bullicio de la terraza, de Cartagena, pero adentro lo que los artistas dominaban, era la luz. Porque uno entraba, se hacía lo oscuro, venia la gritería, después la luz y la caperucita roja por el bosque.”
Para las compañías de teatro, la falta de recursos técnicos y humanos son el pan de cada día. Jaime lo sabía. Por eso su primer acercamiento profesional con las marionetas vino más bien por un sentido práctico. Después sentimental.
“Volví a tener contacto con las marionetas en la universidad, cuando comencé a trabajar con ellas, pero como el 95% de las compañías de teatro. Cuando en una escena falta un actor, por obligación se tiene que tomar un objeto, una marioneta, y hacer que interactúe porque falta un tercero, un cuarto o quinto, depende de la compañía. Lo primero es utilitario, es para poder salvar la escena. Y después comienza el cariño por la marioneta, porque la versatilidad de la marioneta no la tiene el actor.”
Las marionetas tienen vida. Así de simple. Hay cosas que sólo ellas pueden hacer.
“La marioneta puede hacer cosas que el actor no puede hacer. Los actores no vuelan ni se pueden cortar la cabeza, me entiendes. Y una marioneta sí. Una escena de violencia por ejemplo, o una escena sexual, es muy difícil con actores. Porque inmediatamente el público ve la violencia física que está recibiendo el actor. O una actriz desnuda, uno siente la incomodidad también. Con una marioneta es distinto. Por ejemplo nosotros ahora estamos presentando Otelo de Shakespeare, con marionetas. Es decir, la marioneta puede hacer cualquier cosa, no tiene géneros permitidos y otros prohibidos. Puede abordar todas todas todas las notas del alma humana.”
El año 2010 funda a través de la Compañía Viaje Inmóvil, el “Festival Internacional de Teatro y Marionetas; La Rebelión de los Muñecos”. Con tres años de vida, este espacio se abre como una oportunidad para ver actores y compañías de distintas partes del mundo, manipulando títeres que parecieran tener vida propia. O como en su manifiesto señalan; rebelarse por cuenta propia.
Esta es la rebelión que planeamos por tanto tiempo. Los tomaremos por sorpresa, no sabrán en qué momento ocurrió todo, pero sí quedarán con el recuerdo del día en que los muñecos mostraron públicamente lo más íntimo y absurdo de sus existencias. ¿Se han preguntado quién manipula a quién?
“Nació porque somos los más viejos y llegó un momento en decir que aquí debería haber un festival de teatro y hacerlo nosotros que somos los más viejos. Tenemos más experiencia, conocemos bastante y queremos transmitir. Hay una edad en que empieza uno a querer transmitir también. Entonces este festival tiene por un lado un ala de difusión, pero otra que es de formación. Nosotros acompañamos el festival con talleres. Eso es muy importante para nosotros, de hecho esta sala -el Anfiteatro del Museo Bellas Artes-, es una sala que está dedicada al teatro de objetos y marionetas. A esta especialidad del teatro. Son espectáculos para ejercitar la imaginación y para que todos se lleven un recuerdo hermoso de artistas que son únicos.”
“Lo que se necesite para desarrollar es que te pique el bichito, la inquietud. Y ese es el objetivo principal del Festival (La rebelión de los muñecos). Es enseñar un arte que es muy delicado, muy antiguo, muy profundo. Te permite disfrutar de distinta forma una obra de teatro. Por ejemplo volviendo al Otelo, en la última escena, lo que propone Shakespeare es la asfixia en tiempo real de Desdémona. Otelo la mata por asfixia. La estrangula. Y esa es una muerte larga, no es un balazo. Entonces lo que Shakespeare propone, es que quiere que la gente vea como una mujer muere estrangulada por su marido en tiempo real. Y eso es muy difícil con actores. Porque los movimientos que hace una persona al estar así casi no son voluntarios, son movimientos que hace por el deseo de estar con vida.”
Otelo es la última gran creación de Jaime Lorca junto a su compañía. La fusión actoral de dos actores junto a marionetas, intentan acentuar en el espectador, el carácter íntimo y dramático, de este potente clásico del teatro. Aquí la realidad y la fantasía provocan un lenguaje distinto de interpretar. Uno ya no sabe si reír o llorar.
“Con una marioneta es distinto, porque todo el mundo sabe que eso está muerto, nadie está matando a nadie. Pero sin embargo se pueden lograr mayores momentos de realidad, o el público puede sentir morbo sin culpa. Pueden ver algo, y ese morbo que da ver cosas terribles, lo pueden hacer sin ninguna culpa porque no está viendo a ningún ser humano, está viendo una marioneta, pero que tiene la gracia que se mueve y que pareciera tener pensamientos humanos. Ese es el juego, animar objetos. Entregarles un alma.”