El Asalariado

SANFIC8: Y los ganadores son

Por Guillermo Soriano.

Ocho días de cine de elite, para gente de elite. Que chaquetero, si estuvo bueno. Vimos varias películas, pero nos dio lata escribir sobre todas ellas. Nada peor que críticas de cine sobre películas que a nadie le importa, aunque con algunas no nos aguantamos. Los medios más correctos lo hicieron. Pero para su tranquilidad estimado/a lector, le cuento que fuimos a las galas y lo pasamos chancho. Tomamos y comimos a destajo y vitrineamos a la gente linda que se paseaba por ahí.

El término del periplo cinematográfico se dio en el Teatro Nescafé de las Artes el pasado viernes 24 de agosto. Los encargados de animar la cueca fueron los actores Diego Ruiz e Ignacia Allamand. Con ellos, una suma de gente importante, como lo son los gestores del festival, Catalina Saieh, presidenta de SANFIC y directora de la Fundación CorpArtes; Marcelo Forni, director ejecutivo de SANFIC; Carlos Núñez, fundador y director artístico; Gabriela Sandoval, fundadora y directora de producción artística, y Jorge Tacla, cofundador y director artístico adjunto. Además la presentación especial de Francisca Valenzuela, en su primera actuación en público en Chile luego de sus exitosos shows fuera del país.

En fin, vamos a lo que importa. En la Competencia de Cine Chileno, el jurado compuesto por el compositor Jorge Arriagada (Chile), el actor Héctor Morales (Chile), y el programador asociado para Programación de Documentales del Tribeca Film Festival, José Rodríguez (Puerto Rico), otorgaron el premio a Mejor Película a “Cuentos sobre el futuro”, de la realizadora Pachi Bustos. El premio a Mejor Dirección fue para “Pérez”, de Álvaro Viguera. Además, se entregaron menciones honrosas para “Leontina”, de Boris Peters,  por el trabajo musical del compositor Jorge Aliaga; “Marker 72”  de Miguel Ángel Vidaurre, por su aporte a la historia de la cinematografía chilena; y “Valparadaise” de Juan Cortés Mancilla, por mostrar un paisaje de un Valparaíso seducido por el arte y los sueños.

En la Competencia Internacional, el jurado integrado por la actriz italiana, Francesca Neri, el director de cine y fotografía chileno, Alexander Witt, y la programadora del festival de Sundance, Kim Yutani, concedió el premio a Mejor Película a “Los Salvajes” (Argentina), de Alejandro Fadel. El premio a la Mejor Dirección fue para “La Playa DC” (Colombia), de Juan Andrés Arango. Además hubo una mención honrosa a “La invisible” (Alemania), de Christian Schwochow, por la destacada actuación de Sfine Fischer Christensen (hice copy/paste del nombre, en la ceremonia no entendí ni jota).

Para los cortometrajes chilenos, el premio al Talento Nacional, cuyo jurado compuesto por el artista visual Jota Castro (Perú); el director y productor Shawn Garry (Chile); y el periodista y crítico de cine Agustín Mango (Argentina), dieron como ganador a “La visita del cangrejo”, dirigida por Pelayo Lira. Las menciones honrosas fueron para “San Juan, la noche más larga”, de Claudia Huaiquimilla, y “Un fotógrafo”, de Sergio Castro San Martín.

Por último pero no menos importante -en verdad sí-, la Competencia Work in Progress Latinoamericano, tuvo por ganadores a “Puerto Padre”, de Gustavo Fallas, “La Gorgona, historias fugadas”, de Camilo Botero y “Las niñas Quispe”, de Sebastián Sepúlveda. El jurado estuvo a cargo del Director de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, Charles Tesson; al productor uruguayo, Andrés Varela; y a la directora y productora estadounidense, So Yong Kim.

SANFIC8: In My Mother’s Arms

Por Cristian van Kerkhoff.

Niños que viven solos y desamparados en las calles. La cotidianidad de ataques, bombardeos y caos, los mantiene con pena y nostalgia cuando piensan en su madre o familia. ¿Quién se hace cargo? Padres muertos, asesinados en bombardeos; niños viviendo bajo puentes.  Una visión profunda de cómo es su realidad.

En la Iraq post régimen de Saddam, con la ocupación de USA y la lucha que se desarrolla contra organismos civiles iraquíes; niños indefensos, vulnerables y sin el mínimo cuidado, deambulan por la ciudad como perros vagos sin rumbo fijo. Cuidadores o “carers”, los reclutan desde las inmediaciones de la calle, intentando ofrecerles la posibilidad de tener techo y comida, asearse e incluso, entregarles educación, modales, hábitos y el cariño que tanto les hace falta.

Estos cuidadores actúan directamente como el soporte y apoyo parental, entregando orientación y supervisión de los actos que realizan los niños, explicándoles lo que es bueno y lo que es malo, haciéndoles entender su realidad o incluso viendo la forma de sacarlos adelante mediante perseverancia, ayuda y el perfil humano que día a día los levanta y motiva a seguir por un mismo objetivo: darles a estos niños huérfanos lo que no tienen.

Saif, niño y personaje principal, no tiene recuerdos de su familia, quizás bloqueados por el atentado sufrido,  el shock emocional o porque le da pena recordar. La nostalgia se hace siempre presente en sus ojos, quizás pensado ¿qué sería sí? ¿Cómo sería sí?

Él vive junto a niños de diversas edades (4, 6, 9, 12 hasta 15 años aproximadamente), en un refugio improvisado en donde comparten sus experiencias de vida, cómo recuerdan a sus padres o si es que los recuerdan. Con esta situación de vida, los niños aprenden a sufrir antes, se saltan etapas, debiendo formar criterio con antelación y perdiendo esa mirada ingenua e infantil tan característica de ellos.

En vez de ver caricaturas, programas infantiles o de enseñanza a partir de las etapas que van viviendo; los niños se informan de atentados, bombas o imágenes de niños heridos en hospitales (que perfectamente podrían ser ellos en un futuro cercano).

Los cuidadores tocan y tocan puertas, consiguiendo dinero en locales comerciales para alimentar, vestir y educar a los niños e incluso, asisten a «lo que queda de gobierno» para pedir audiencia y consultar qué hacen por los niños huérfanos que dejan los atentados, carros bombas o bombardeos en las calles. La dificultad de recolectar dinero y ayuda para el orfanato es pan de cada día.

Sin lograr mayor ayuda o soporte, el cuidador comienza a darse cuenta que sin soporte económico, el soporte emocional podría sólo ayudar por un tiempo dadas las necesidades que demandan niños y preadolescentes. Esta situación, desarrolla en la mirada del cuidador, stress, frustración e impotencia por no lograr conseguir lo mínimo necesario para los niños huérfanos.

Estos niños, que tan dolorosa vida han tenido, buscan en la música la vía de escape a su triste realidad, donde parece ser la única forma de propagar alegría y manifestar su esencia de niñez.

Saif suele cantar, muchas veces de la nada y solo. Recuerda a su madre en el cielo y que dios la tiene como un ángel e incluso entona una dolorosa y significativa canción que predica «soy muy joven para este dolor, vivo en un orfanato y mis sueños duermen conmigo”.

Manifiesta en sus ojos, una mirada estática y perdida como si estuviese viendo visiones y recuerdos de su familia asesinada,  como si una película pasara por sus ojos.

En el transcurso del film, Saif muchas veces no logra expresarse, mira y sonríe tímidamente. Aunque, en un acto de bondad y madurez frente a su realidad vivida, canta para el acto de la escuela. Sus gestos transmiten lo que la letra de la canción quiere intencionar (soy muy joven para este dolor, vivo en un orfanato y mis sueños duermen conmigo). De fondo en la imagen, se ve como adultos lloran sin consuelo.

El film, al terminar, y por su alto contenido emocional, histórico y social; deja a todo el público inmerso en un silencio profundo, sin ruidos ni comentarios… cada cual analiza, saca conclusiones, piensa en su padres o aprecia más su vida y la realidad que le tocó vivir.

Datos estadísticos: 1/3 niños son abusados en orfanatos. En Irak existen 800.000 niños huérfanos.

In My Mother’s Arms, Dirigida por Atia Al-Daradji & Mohamed Al-Daradji. -2011, DCP.

SANFIC8: Valparadaise, hazlo tu mismo

Por Guillermo Soriano.

Luego de dos años de haber sido creada, llega a la competencia nacional la película porteña Valparadaise. Tras haber realizado dos cortometrajes, el director Juan Cortés Mancilla, debuta en la pantalla grande con esta historia que refleja el vivir de la mayoría de los actores del puerto.

“Por fin se hace una película hecha por gente exclusivamente de Valparaíso. Siempre cuando se hacen cosas acá, o en alguna otra región, es la gente de Santiago quien termina trabajando”, comentó el protagonista, Antonio De la Fuente, en su estreno el pasado domingo 19 de agosto. Casi como una bandera de lucha, o como una manera más cercana de hacer las cosas, el film retrata lo que los mismos protagonistas viven a diario; convertirse en actor y no morir en el intento.

La historia es simple. Antonio, un actor joven, que no responde al prototipo tradicional de galán –un Benjamín Vicuña cualquiera según señalan en la película- intenta encontrar trabajo en lo que más le apasiona: actuar. Tras numerosos intentos fallidos, y aburrido de vender películas piratas, Sergio, su compañero de pieza, -un tipo reventado y desordenado, pero al mismo tiempo, divertido, leal y ocurrente- incentiva a Antonio en hacer una película/documental/karaoke en donde ellos mismos serían los protagonistas.

“Una película sin fines de lucro. Cuando no se te dan los espacios para trabajar, hay que hacerse uno mismo el lugar en donde poder hacer lo que te gusta. Hoy en día todo se rige por la plata, si no vende no sirve. Nosotros en Valparaíso cuando actuamos, somos de la idea que aunque llegue una sola persona,  se hace la obra igual. Y ese es el espíritu que quisimos traspasar en la película.” Señaló Sergio Díaz, co-protagonista del film.

Será este un modo más honesto de hacer las cosas? No lo sé. Pero me cayó muy bien. Y según lo que sentí en la sala de cine del pituco Hoyts del Parque Arauco, a la gente también. Las risas abundaban. Las situaciones tenían sentido. Y los escenarios encantaban con esa magia propia de Valparaíso. Según comentaban los protagonistas, la película se logró también por la colaboración de mucha gente, la que, incluido el equipo técnico, trabajó sin recibir un peso.

Raro cierto? No lo creo tanto. Cuando uno se apasiona por algo, la mayor satisfacción es hacerlo, y el mayor motor no es el dinero, es la solidaridad. Esta obra trabajó deliberadamente sin dinero de por medio. No les interesaban los fondos ni los créditos para comenzar a trabajar. Ahora, dejando a un lado el romanticismo de la realización, la película no tiene mayor factura en términos fílmicos. Los planos son repetitivos y el hilo conductor se pierde tratando de acentuar algunas escenas.

Las actuaciones? Creíbles. Pero claro, eran ellos interpretándose a si mismos. A los de muchos actores y trabajadores en general. El tener que trabajar en algo que no te gusta para poder hacer eso que te apasiona. Para juntar el dinero. Quizás sea mejor no apasionarse con nada. Se viviría más tranquilo. Es muy mala la neutralidad? No sé. Estoy escribiendo por escribir. Mejor vuelvo a la película.

Gran logro el haber sido seleccionados para competir junto a otras grandes obras. Y es que esta película parece un bicho raro entre las demás. Se ve más artesanal. Si es de los que encuentra una rotería cuando se habla de un modo chilensis ocupando los típicos modismos, sumado a una suma de groserías propias del hablar coloquial juvenil –conchasumadre-culiao-puta hueón culiao- pero que al mismo tiempo recibe de muy buena forma el equivalente gringo con sus -fuck you-motherfucker-piece of shit-, bueno, odiará esta película.      

Valparadaise, Dirigida por Juan Cortés Mancilla. -2010, digital.

SANFIC8: Secretos, la idiosincrasia chilena

Por Cristian van Kerkhoff.

Personajes icónicos de la sociedad chilena. Recuerdos imborrables del pasado. Doble estándar y doble discurso reina y parece ser la normalidad en el actuar. El cotidiano ejemplifica situaciones que identifican a más de alguno. Con una alta variedad de ideologías, creencias, y criterios, logra ser una película para todos y de todos los chilenos.

Los asistentes esperaban en parejas y en grupos reducidos mirando alrededor del hall que los albergaba en la entrada a la sala. Se hacía una fila simple hacia un pequeño mesón en la cual se podían adquirir las entradas, que en esta Cineteca (Nacional), eran a la antigua, en un pequeño papel con el precio escrito con lápiz pasta.

En vez de pop corn, skittles o coca cola, habían una amplia variedad de afiches sobre películas chilenas que habían sido proyectadas en la Cineteca, las que los asistentes contemplaban, opinaban o recordaban la trama, escenas o algo que los identificó e impactó.

15 minutos antes del comienzo del film, la sala ya se encontraba a la mitad de su capacidad, incluso se escuchaban personas extranjeras (colombianas y venezolanas) comentado el interés de estar y asistir a diversas películas de SANFIC mientras leían la revista informativa y buscaban un buen lugar para presenciar el film.

La variedad de asistentes se enfocaba, en su mayoría, en personas cercanas o pertenecientes a la tercera edad. Quizás por el vínculo histórico que el largometraje involucraba o porque, a priori, no era un lugar tan atractivo para niñas y niños.

El film -ambientado alrededor del 2003- comienza con el trasfondo político de los últimos 30 años, entre camaradas, exiliados y racconto que rememoran esa parte de la historia chilena tan sensible, la cual se ejemplifica con los distintos sectores socioeconómicos y sociales que vivieron y sufrieron ese período.

El organillero, ese hombre con su caja de música que recuerda la infancia e incluso la cultura de barrio tan extinta hoy, suena de fondo en el inicio de la película. Nos da paso a un sinfín de identificaciones tanto con personajes como con lugares, situaciones o hechos, que generan un acto inevitable de nostalgia y recuerdos.

El protagonista, «Traidor», resulta ser el más consecuente con su actuar de toda la alta gama de personajes que podemos encontrar en el film, llevando siempre la verdad y la justicia por delante, palabras tan manoseadas y poco reconocidas hoy en día, donde muchas veces pareciera que la verdad «aburre» y que la justicia es una utopía sacada de libros ancestrales.

Quizás la mayor virtud de este film sea el cómo se representan los típicos personajes que componen la sociedad chilena. Es tal la diversidad que inevitablemente conoceremos a alguien que es así, que habla de esa forma, que tiene tales mañas o que simplemente lleva una doble vida sin ningún contratiempo. Lanzas internacionales, «enfermeras» putas, la nana María,  el escritor que no escribe, un militar en Capuchinos sin memoria o el loco que ve a la virgen; la lista suma y sigue e incluso impone un desafío para el espectador para ir identificando si existen más personajes icónicos de la sociedad chilena.

La sumatoria de personajes que se suceden una y otra vez en la historia, nos muestra el grado de falsedad que existe en la sociedad chilena, donde prima un doble estándar en cuanto al decir y el hacer, gusto y decisiones o el que en el diario vivir cada cual vive su vida junto a las máscaras que se coloca para realizar diversos actos o gestiones. Aquí priman los estereotipos, el estándar socioeconómico, el no ser mal visto o los estigmas sociales que trae ser de una forma u otra.

Quizás no es una obra maestra, ya que su diversidad y versatilidad de historias nos sumerge en una vorágine que a cualquiera puede hacer perder el hilo de la historia, pero a la vez, nos plasma verdades y acciones que tenemos en nuestras narices y que, muchas veces, preferimos evadir o evitar para no entrar en conflicto.

Secretos, Dirigida por Valeria Sarmiento (viuda de Raúl Ruiz). Musicalizada por Jorge Arriagada. -2008, 35mm.

World Press Photo 2012

Por Cristian van Kerkhoff.

Sorpresa, incredulidad, congojo, alegría. Es tanto lo que nos entrega una imagen que siempre las palabras faltan. El 2011, tan intenso e impactante, nos muestra una selección en donde el ojo humano pudo presenciar instantes, momentos y segundos cruciales en la vida. Tal nivel de detalles, emociones y sentimientos los encontré en la exposición World Press Photo 2012.

Con ansias -y contra reloj ya que sólo tenía 45 minutos- llegué al Edificio Telefónica. Estacioné al lado del arriendo de bicicletas de Providencia que cuidaba un Rastafari. Debo mencionar que me agradó la heterogeneidad de funcionarios para este trabajo ya que anteriormente había visto a una adolescente gótica administrando.

Al lado del arriendo de bicicletas, habían adolescentes de no más de 18 años “desafiándose” con pases de baile tipo break dance al ritmo de música R&B y Hip Hop, todo esto mientras la luz tenue del atardecer teñía a Santiago de amarillos, naranjos, morados y rojos.

Alrededor de un largo pasillo y en 360 grados, me vi invadido por imágenes de todo ámbito que evocan a reflexionar, emocionar, crecer o pensar.  Se retratan realidades (extremas) de personas, en lugares que parecen de pesadillas o sacados de una película de guerra u holocausto.

Cada uno de los diversos contenidos despierta un interés particular, ya que de una u otra forma, nuestros sentidos son persuadidos,  invadidos o sensibilizados por historias, gestos o miradas. Un clima de serenidad, impacto y análisis reina entre los asistentes donde la diversidad hace que cada quien se identifica con una u otra imagen.

El presenciar las fotografías y conocer el nivel de detalle que logran, hace que nos traslademos a los lugares como si presenciásemos en vivo y en directo lo que acontece, siendo espectadores privilegiados, percibiendo el olor, las rabias, el enojo o la violencia que muestra cada imagen.

Emociones por montones pueden desencadenar en nosotros si nos dejamos llevar por el contexto social, cultural, político o económico que se manifiestan; quizás unas de las primeras que afloran en nuestro ser, es la empatía, ya que es inevitable ponernos en el lugar del otro al ver sufrimientos, reacciones o vivencias como las que se muestran en la exposición.

Los contenidos son tan variados como la vida misma. Amenazas de muerte, crisis inmobiliarias en USA, terremoto y maremoto en Japón, conflicto en Medio Oriente, etc. En su mayoría, son imágenes de crisis sociales, rebeliones o manifestación, y lo que nos genera más asombro es cómo el ser humano reacciona frente a injusticias, presiones y/o emociones; y cómo ejemplifica sus sentimientos y convicciones con acciones puntuales.

Lo que dicen los ojos es lo que más impacta. Es poco decir que emociona o cautiva. Existe tanta explicación histórica-social en cada mirada perturbaba, exaltada y dura. El análisis de cada imagen nos puede hacer detener el tiempo, quedarnos pegados observando, pensando y reflexionando, casi como si creáramos un portal de espacio tiempo en que estuviéramos sólo junto a la imagen sin importar el entorno.

Es un año de contenido emocional/histórico altísimo, que nos saca por momentos de la realidad, para intentar entender lo que viven otros seres humanos similares a nosotros. La misma puerta giratoria de la entrada a la exposición es como una metáfora de traspasar una membrana o ingresar a un universo en donde se puede comprobar qué tan distinta es la vida en nuestro planeta y lo afortunados de no tener que vivir situaciones así.

Creo firmemente que es una oportunidad de poder instruir, explicar y dar a conocer a los niños cómo vive el mundo realmente sus peores problemas. Obviamente bajo la responsabilidad y supervisión de un adulto, en donde poder guiar y orientar a la formación de criterio de niños y niñas.

Actualmente, dado lo globalizado del mundo, los niños están predispuestos  a que en internet, tv cable y los diversos medios de comunicación, sean bombardeados por información de con alto contenido de violencia, sexo  y otros tópicos, por ende, esta exposición puede ser una oportunidad de educar, hacer sentido, explicar y formar criterio a un futuro adulto.

La exposición se llevó a cabo en la  sala de arte de la Fundación Telefónica en Santiago, entre los días 5 de julio al 5 de agosto. Las fotografías se pueden encontrar en el sitio web http://www.worldpressphoto.org 

¡Retome su joya!

volkswagen antiguoPor Cristian van Kerkhoff.

Los autos clásicos, esos que tantos recuerdos y emociones nos manifiestan, debiesen tener un estatus de intocables (o como en Europa donde tienen un permiso de auto histórico) ya que rescatan la historia vehicular. Y cómo fueron evolucionando en nuestro país. Cómo crecieron las familias. Cómo gracias a ellos pudimos ir a veranear cuando éramos niños donde, hasta 6 o 7 personas entraban en el auto.

Sus formas, estilos y diseños representan la cultura de cada país, el sentimiento de confortabilidad que cada marca quiso manifestar. ¿Quién no se da vuelta a mirar una Burrita, un Escarabajo, un Huevito, un Mini o cualquier auto clásico cuando circula en la calle?

Es increíble como sobresalen entre todos los autos que son cada vez más similares en sus modelos (es sólo tomar el caso de la inserción de los autos chinos que replican modelos). Si pensamos en la congestión vehicular y el gran problema que cada invierno tenemos por la contaminación, hay que sólo pensar matemáticamente y darse cuenta de lo ridícula que es la restricción vehicular.

Ésta se ocupa de limitar a los autos previos al año 92 de su circulación, siendo que son un parque automotriz no superior a los 160 mil autos. Exactamente, 160 mil autos de más de 1 millón 500 mil vehículos en  circulación, entonces, ¿qué más hay que mencionar para que las calles de Santiago se descongestionen?

Este es un tema netamente de que las autoridades no quieren, ya que si existiese la misma normativa de restricción para autos catalíticos (2 dígitos por día y a veces 4 si la condición del aire es pésima), la descongestión seria notoria y evidente.

Con esto, la ciudad podría respirar mejorar, llenarse de ciclistas y autos clásicos o antiguos, entregando una visión más estética, descongestionada y en donde las personas puedan desplazarse por las calles sin tanto estrés por atochamientos, donde el manejar y circular en automóvil sea un placer y no un «cacho».

Imagínense un Santiago más descongestionado, en  donde se puedan intercalar los autos grises, opacos o blancos con los autos clásicos, retomando la estética, el color, la vivacidad y las distintas formas que le aportan; más el plus de ciclo vías en la mayoría de las avenidas.

Creo que esta medida tendría una mayor influencia, sobre todo, en el estado de ánimo de cada persona. El saber que camino al trabajo, universidad, colegio o cualquier lugar al que se vaya, ya no existirá ese tiempo muerto ineficiente en el que se puede tender a descontrolarse, perder la paciencia, enrabiarse, etc., crearía una predisposición de las personas al salir en las mañanas con una actitud positiva.

Para que este cambio futuro -esperando que pueda surtir efecto- se logre; ya existen asociaciones que velan por una descongestión y más encima una vida sana. Agrupaciones como Arriba’e la Chancha o el Movimiento Furiosos Ciclistas, proponen un Santiago con menos estrés, aprovechar la vida al aire libre y realizar deporte mientras uno se desplaza para llegar al trabajo, la casa o un lugar de esparcimiento.

Pero para que exista un mayor número de bicicletas en las calles, se necesitaría un cambio cultural en donde exista un mayor respeto por la circulación de los ciclistas, semáforos en que se les contemple, ciclo vías interconectadas por toda la urbe, etc.

Pero el cambio va en atreverse a realizarlo, así que, retome su joyita, salga a pedalear y contribuya a descongestionar Santiago. Si todos aportamos, el cambio es cada vez más real.

 

Mundo laboral: ¿Postergarse o crecer?

bussinessmanPor Cristian van Kerkhoff.

El primer trabajo, ese anhelado por años desde que terminamos nuestros estudios (escolares, técnicos, universitarios o en cualquier área del conocimiento), nos manifiesta una disyuntiva que nos obliga a tomar una decisión que podrá cambiar nuestro ritmo de vida (de no planificar todo a planificar cada momento del día y cada acción) como también cambiar nuestro estilo de vida ( a dónde vamos, qué comemos o con quién nos juntamos).

Esta disyuntiva logra marcar un antes y un después, el término de un ciclo y el comienzo de una nueva etapa, y cómo una decisión mentalizada podrá entregar un nuevo giro a nuestra vida. Un giro que nos hace entender que creamos en nosotros mismo un nuevo rol, el rol del «yo trabajador», ese que debe tener el objetivo de su trabajo como top of mind. Que debe funcionar con distintas solicitudes, peticiones, reclamos, informes y por sobre todo, con el simple hecho de que «todo lo que hay que hacer era para ayer».

El «yo trabajador» logrará conocernos de otra manera, bajo presión e insertos en una realidad en que todos se encuentran ocupados y que necesitan de algo que nosotros podemos ayudarles a obtener. Lo que comienza a crear una relación interpersonal por interés pero que puede acrecentar esta misma y vincularla más al lado emocional, de soporte y apoyo que hacia una de mayor beneficio y necesidad por la gestión que podemos realizar.

La nueva realidad a la que nos enfrentamos cuando comenzamos a trabajar, nos pone a prueba de diversas maneras. El perder la vergüenza frente a pedir ayuda, solicitar opiniones, tomarse con seriedad la autoridad que el mismo rol demanda, desarrollar en cada momento un perfil proactivo con respecto a afrontar los problemas o tolerar, comprender y entender el por qué una persona reacciona de determinada forma.

Lo mencionado anteriormente, se vinculaba directamente con la visión de tomar este cambio de vida con respecto al mundo laboral como una forma de crecer, mejorar e integrar a nuestra realidad nuevas facultades de nosotros mismos. Pero también es necesario mencionar el aspecto en la cual el mundo laboral lleva a postergar situaciones que antes nos eran normales, acciones que frecuentábamos o pasatiempos en las cuales podíamos entregarle un sentido a la vida.

En dónde quedó el tiempo libre en que podíamos pasear por el Parque Forestal, entrar al Museo Bellas Artes o al MAC, almorzar en algún lugar bueno, bonito y barato y luego internarnos en el cerro Santa Lucía a realizar un picnic o ir al jardín japonés del Cerro San Cristóbal y finalizar la tarde en toda la bohemia de Bellavista. O ¿por qué no, irse unos días a la playa o  llenarse los pulmones con el aire del sur?

El plantearnos estas preguntas no debe desmotivarnos ni menos hacernos pensar en renunciar o no buscar trabajo por el hecho de dejar de lado el tiempo libre si es que conseguimos el desafío de probarnos a nosotros mismo en un mundo laboral lleno de requerimientos. Frente a estas preguntas, debemos afrontar la vida de otra forma, aprovechar cada momento, variar en la rutina como lo es caminar hacia el trabajo o caminar después del trabajo, observar el entorno mientras otros están en el «taco», detenerse a mirar el horizonte y dejar que la mente vuele o apreciar la cordillera nevada gracias al invierno que próximamente nos visita.

«Hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego», buscar siempre, observar, abrir la mente y dejar que las sensaciones, sentimientos y emociones invadan nuestro cuerpo, mente y alma, sembrará el camino para que las respuestas a las preguntas que rondan nuestra cabeza puedan comenzar a tener y a hacernos sentido.

Postergarse o crecer, he ahí la decisión a tomar. Sólo digo: Carpe Diem.

Me cago en la EURO

pelota viejaPor Rolo Medina.

Voy a empezar este relato con una expresión de profundo asco por la Euro 2012. Sí, asco, porque mientras se llevaban a cabo los preparativos para la realización del torneo de selecciones entre Polonia-Ucrania; en Ucrania se asesinaron más de 80 mil perros vagabundos. No hay ningún argumento que valga, y personalmente y ante la incredulidad de este colaborador, no hay delito ni se considera asesinato, matar perros en dicho país. Se establece una total impunidad.

No es extraño  la censura mediática sobre este hecho, porque lo que importa es el vil rating y el espectáculo. No esperaba que Telecanal o Chilevisión me informaran de esta multitudinaria aberración contra nuestros amigos perros.  Y como la idea era hablar sobre lo popular que es el fútbol, contaré sobre tres anécdotas o historias del fútbol de barrio. ¡Me cago en la Euro!

Si alguno de ustedes ha jugado a la pelota en el barrio, podrá saber que estas situaciones ocurren. Siempre en las sedes de los clubes que disputan sus partidos generalmente en canchas de tierras, abunda el copete. Ya cuando los players están jugando en las series mayores se le agrega el componente más tradicional, las ollas comunes, las loterías, los bingos y también las comidas solidarias.

Y fue así como el lateral izquierdo “Joelito” no muy hábil con el balón en los pies, pero muy re bueno para compartir con los amigos del club, acudió un buen sábado por la noche a la sede. Había porotos, y tinto pa’ regar vacas. Dicen  las malas lenguas que el viejo Joelito se comió 14 platos de porotos, y entre vino y vino, se  anduvo sintiendo mal del estómago. Ustedes podrán entender como siguió ésa historia. Insisten los mismos malos del habla, que al pobre tata le tuvieron que sacar la mierda con una espátula de la espalda al otro día.

En la cancha principal de la calle, jugaban dos equipos que mantienen una vieja rivalidad deportiva. En uno de los planteles estaba Carlos, un esforzado volante de contención. Carlos proviene de una humilde familia compuesta casi en su totalidad por personas con cierta deficiencia mental y esquizofrenia. Un día, Hernán su hermano mayor fue a verlo jugar. Y le gritaba:

-Hermano, mete gol, hermano. Y gritaba con mucha sonoridad, tal como lo hacía con las micros que paraban en la esquina. Los choferes recibían con mucha alegría sus instrucciones. El tipo es conocido y querido en el barrio.

Volvamos a la cancha. Ante las risas del público y la incomodidad del aludido, se disputaba un áspero partido que terminó con resultado desfavorable para el equipo de Carlos. 4-1 fue el resultado, pero de eso nadie más se acuerda. Sucedió que en el entretiempo, por razones difíciles de explicar, el hermano de Carlos se coló entre los jugadores, y en el camarín le pasaron un short a Hernán.

El problema es que el short le pertenecía a algún jugador de la serie infantil. Carlos no supo de esta jugarreta que le estaba gastando su propio equipo. Y pasó lo que podía pasar, el hermano mayor de Carlos se metió a la cancha, y el miembro viril del nuevo jugador se escapaba por debajo del short. Las risas y los gritos de las viejas de la galera fueron inolvidables. Hernán pidió la pelota y la tomó con las dos manos y corriendo se la fue a llevar a Carlos.

No era una mañana cualquiera

Por Rolo Medina.

Me levanté como una mañana más. Pero no era una mañana cualquiera. Afuera estaban cantando los evangélicos y en el segundo piso estaban cocinando mariscos. Era una mañana especial porque se ratificaba que el mega proyecto Hidroaysén se queda sin el apoyo de una de las empresas. De forma definitiva, y evidentemente como una medida de desesperación y chantaje contra el Gobierno del actual presidente de nuestra indignante patria.

La noticia no vino más que a confirmar que las marchas y la destemplada represión de Hinzpeter y de sus animalitos entrenados, valieron la pena. Fue necesario salir a mojarse. Dejar que un tóxico e ilegal gas nos humillara y quisiera aquietar. Hidroaysén era un castillo en el aire, avalado únicamente por la estupidez y la arrogancia de uno de los grupos económicos que manejan nuestra economía.

Bajé a comprar el pan. Mi vecina me saludó como de costumbre. Yo le correspondí. Está caro el pan -como todo-, así que compré cuatro marraquetas. En el computador leía que un rector de una universidad privada confirmaba la ilegalidad en que se ampara el lucro en nuestro sistema mercantil de educación. Es como mucho que no paguen siquiera a los profesores ni sus imposiciones teniendo millonarias utilidades.

Reviso mi correo electrónico y un amigo me manda un enlace multimedia donde aparece el periodista Paulsen, dando cuenta de los audios de peritos que desmienten que sean sus firmas las que acreditaron como pruebas en el festinado “Caso Bombas”. (Esto último pasó hace dos semanas para que vean)

Las “canutos” han dejado de cantar, pero yo prendo la radio. Suena, una canción plástica y monótona, casi como la sonrisa de Golborne. Mi vieja me cuenta que apareció otro video que confirma que Bachelet sabía que venía la ola. Gorda chanta no más, le respondo. No a mi vieja, claro está. Quisiera salir a andar en bicicleta pero mi tobillo aún no sana. Creo que volveré a la cama, no me siento preparado para seguir maldiciendo a nuestra sociedad. Cierro la cortina, y escucho a un siempre alegre Elliot Smith.

No era una mañana cualquiera, ninguna lo es. La semana pasada un tipo se hizo famoso porque estaba comiendo la cara de un indigente en Estados Unidos. Una nueva droga lo habría vuelto loco y lo habría convertido en un zombie al estilo de las series y videojuegos de moda. La próxima semana puedo predecir un par de temblores en algún lugar del planeta. Espero que sin víctimas fatales. Un gran robo en alguna capital y, seguramente, que yo no podré comprar cuatro marraquetas, sino que sólo tres.

No sé en que momento dejé de sentir el olor a mariscos cocinándose, pero mi hambre se había esfumado y preferí dejar mis sangüchitos para la once. En fin, ayuné y me puse a ver videos de Peter Capusotto. Me dieron las 2 de la tarde, y llamé por teléfono para pedir una pizza, (si no fuera por mi tobillo ya no me quedaría nada de mi devolución de impuestos), además que así no tendría que comprar comida al otro día.

No era una mañana cualquiera, tampoco para la chica que atendió desde el otro lado de la línea y  tuvo que decirme que los delivery’s (perdón lo cursi) no llegaban hacia mi comuna. Ella no tenía la culpa de que los canutos me hubieran puesto de mal humor, ni que en el país la mayoría de las noticias fueran indignantes. Corté.

Definitivamente no era una buena mañana pero tampoco era un buen día. Para peor hoy es viernes y fin de mes. Y yo estoy cesante y con mi tobillo vendado. Fueron los mejores sangüchitos del mes de Mayo.

Formas de Volver a Casa

Luego de La vida privada de los árboles (Anagrama, 2007), el escritor nacional Alejandro Zambra vuelve a la escena literaria con Formas de volver a casa (Anagrama, 2011), presentando al Chile de los ochenta desde la perspectiva despolitizada de la clase media. 

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