Por Guillermo Soriano.
Shumpall (2011) no solo es el tercer libro de la poeta mapuche Roxana Miranda Rupailaf (1982), es también un personaje de la tradición mapuche-huilliche asociado al mar; una seductora sirena o sireno que habita las aguas y que mantiene un espíritu guardián de los ríos, mares y océanos. Según cuentan los relatos, una vez terminada la vida terrenal, el cuerpo inerte de él o la mapuche se depositaba al interior de un tronco para luego soltarlo directamente a las aguas. Desde ahí, se navegaba en dirección al paradero final de la vida, siendo el mar quien decide el destino de la existencia.
Este libro nos habla de ese tránsito y nos recuerda la vida y la muerte. Pero también nos traslada en un viaje hacia el interior de la poeta, quien versa con elegancia y erotismo, el acercamiento a su propio Shumpall: “Yo te amo con ese coro de ninfas que te canta, / espejos en los cuales peinas tus cabellos. / Con ellas tú entras en mis aguas / Son las ninfas que salas con tu cuerpo. / Me sumerjo en una y huele a ti. / La voy amando por contener tus líquidos. / Lamiendo estoy a ésta, mi doble / tanteando el calor de la mano que le anduvo. / Todo lo tuyo quiero amarlo. / Océano insaciable de gemidos.” (Primer oleaje, VI)
La escritura de Miranda Rupailaf deconstruye el género del Shumpall. Estos seres pueden ser hombres y mujeres que permanecen en su estado humano en el fondo del mar, ríos y lagos, saliendo cada cierto tiempo de sus relentes ambientes para seducirnos y llevarnos con él, o ella según sea el caso. La femineidad del hablante lírico seducido y ya poseído por el Shumpall, se delata en el poema 3 que dice: “Él sabe que son tres los arcoíris / que pasan por mi sangre / (…) / Repite el mismo movimiento. / Y yo extasiada / comienzo a morderle en cuatro lenguas.” En ese momento damos cuenta que el Shumpall de la poeta es masculino y quien abraza el mito es mujer.
Roxana Miranda Rupailaf desfolcloriza el imaginario que se tiene de la mujer mapuche como ente pasivo junto al fuego, ya que la sitúa como protagonista central de esta obra, incorporando una subjetividad de género que trasciende las tradiciones, teniendo plena conciencia de su corporalidad y sensibilidad. De esta forma, Shumpall se lee como un libro de poesía erótica que nos invita a perdernos en las profundidades del lafkenmapu.