#ChaoFilsa2014

La reciente versión de FILSA, finalizó con números positivos para la Cámara del Libro. Pero quedó al debe con la asistencia de destacados autores y en el precio de los libros. Después del salto, un completo análisis.

Por Mauricio Aravena

La finalizada versión Nº34, de la Feria Internacional del Libro de Santiago 2014 (FILSA), debía cumplir con dos objetivos: acercar masivamente el libro a la población y a la vez, consolidarse como uno de los principales eventos literarios del continente. Para lograrlo, ofreció nuevamente una variada programación temática: Si el 2013 se orientó hacia los lectores con el emblemático “Filsa pal’ que lee”, durante el 2014, los protagonistas debían ser los escritores.

Bajo el lema: “Santiago está lleno de autores”, convocó durante los 18 días que duró, la presencia de 300 escritores. De ellos, 50 fueron extranjeros. Como headline  con bombos y platillos se confirmó a Luis Sepúlveda, el peruano Bryce Echeñique y la actriz argentina, Martina Stoessel (Violetta). Mientras que la presencia nacional, corrió por cuenta de Pablo Simonetti, Hernán Rivera Letelier y Pedro Lemebel.

El súper ventas, Francisco Ortega junto a su camada de amigos como Jorge Baradit, Álvaro Bisama y Mike Wilson, también se dieron una vuelta. No tan fugaz como la que dio Alberto Fuguet, pero sí más extensa a la de Alejandro Zambra. Uno de los más promocionados fue Antonio Skármeta. El que pasó casi inadvertido fue Don Raúl Zurita.

De escritores internacionales, participaron Gioconda Belli, Aleida Guevara (hija del Che), Megan Maxwell (escritora española de literatura erótica), la cubana Wendy Guerra y el editor de Etiqueta Negra, Diego Fonseca. Por nombrar los más reconocidos.

Contó con 170 expositores, quienes ofrecieron títulos de 800 sellos distintos. En términos económicos, para el presidente de la Cámara Chilena del Libro, Carlos Ossa en diálogo con La Tercera, el balance fue positivo: “El conteo nos lleva a precisar un alza del 3% en las ventas de libros este año y, dada la situación de contracción económica del último trimestre, podemos decir que estamos muy contentos que el libro no se haya visto afectado”.

[pullquote]La organización debe entender que un evento de esta magnitud y bajo este nuevo formato, el atractivo pasa por el line-up de escritores confirmados.[/pullquote]

Alegría justificada para Ossa y las grandes editoriales, si tomamos en cuenta que el valor de los títulos no varió al que se ofrece en librerías. Para hacerlo más “atractivo”, algunas casas editoras se atrevieron con descuentos entre el 10% y 20% (sujeto a determinadas condiciones). Llegando hasta el 30%, a pocas horas de terminar la última jornada. Sin olvidar sus infaltables mesones de ofertas, que al recorrerlos con tiempo, era posible encontrar ediciones descontinuadas desde los dos mil pesos; o aprovechar las liquidaciones de saldos en packs de 3 ejemplares, por diez mil. Pero más allá de estos ejemplos, no existió un gran esfuerzo por destacarse.

La organización mantuvo el (inexplicable) valor de la entrada y, fue gratuita todos los días para los menores de 12 años (no era extraño ver a escolares acumular decenas de catálogos y separadores a manos llenas, pero sin ningún libro entre ellas). Mientras que adultos mayores y mujeres, entraron sin costo los martes y miércoles, respectivamente. También existió un 2×1 para los lunes. O sea, que si ibas acompañado ese día, la entrada costaba luca para acceder a comprar un libro por sobre los 15 mil pesos, en promedio.

Hasta este punto, la versión 2014 obtuvo números similares a los años anteriores: desde el 2011 asisten las mismas 260.000 personas, destacándose el 2013 como el año más exitoso con 300.000 visitas. Pero algo faltó en esta versión.

El problema se produce en la programación. Al no ser temática por países, sino por afán publicitario. La organización debe entender que un evento de esta magnitud y bajo este nuevo formato, el atractivo pasa por el line-up de escritores confirmados. Aunque sea tediosa la comparación con un festival de música, la realidad es esa. FILSA pasó a ser una gran vitrina para la venta de títulos y si su fuerte no son los precios, ¿en qué otro punto debiese destacarse?

Para ello, se deben aumentar los esfuerzos en su próxima versión y echar mano, no sólo a los éxitos probados de las grandes editoras. También a la relevancia que año a año, adquieren las editoriales independientes y sus autores.

Bastó ser testigo del fenómeno causado por Catalina Bu, ilustradora del exitoso libro, “Diario de un solo”, para entender que Santiago está lleno de autores. El punto es destacarlos, tanto o más que los superventas, para aumentar no sólo las cifras y la asistencia de público. Si no, más importante aún, el valor que le entrega la población a ese bien tan lejano para muchos, como lo es el libro.

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