¿El principio del fin?

Por Cristian van Kerkhoff.

Casi seis siglos sin la renuncia de un Papa (el último fue Gregorio XII). Vislumbre de posibles conflictos internos en el núcleo papal. Escándalos pederastas acrecentados en los últimos 10 años. Robo de información dentro del Vaticano. Muchos indicios para que esta desvinculación sea sólo una renuncia.

La abdicación del papa Benedicto XVI fue anunciada en la mañana del 11 de febrero de 2013, cuando la Santa Sede confirmó que el pontífice renunciaría al papado el 28 de febrero a las 20:00hrs. Tomando un extracto de su discurso que explica su retiro y el por qué, vincula su abdicación a la falta de fuerzas, su avanzada edad  lo cual imposibilitaba un correcto ejercicio de su ministerio y, por sobretodo, actuar como el sucesor de San Pedro.

Palabras concisas y certeras, que no daban para un mayor doble discurso o para leer entre líneas, quizás más bien sus gestos y miradas pueden haber entregado mayores infidencias de alguna otra razón oculta. Su carta de abdicación dejar a entrever que el Papa ya no está decidido a estar hasta la muerte, que el último respiro no será en el lecho de muerte en El Vaticano. No es falta de compromiso pienso yo, si no que más bien un acto que denota responsabilidad por el accionar de la persona que está al frente de la Iglesia Católica, pero que a la vez, las dudas e incertidumbres hacen ahondar en diversos conflictos, historias, infidencias, etc., que han aparecido dentro del núcleo papal.

En su libro “Luz del Mundo: El Papa, La Iglesia y los signos de los tiempos”, Joseph Ratizinger señaló que si el Papa ya no estaba física, psicológica y espiritualmente capaz para seguir en su labor, tenía el derecho de poder renunciar. Esto da a entrever que siempre contempló la opción de renunciar o más bien, la eventualidad que algo se produjera que le hiciera desistir de su labor al frente de la iglesia católica. Cuestionamientos directos hacia Joseph Ratzinger se han enfocado en casos particulares, tales como que antes de asumir como Papa y mientras dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe, no reaccionó rápido ni con fuerza frente a casos de un sacerdote acusado de abusos sexuales.

Ratzinger fue una persona más bien solitaria en el Vaticano, debido a que el querer transparentar los movimientos del Banco Vaticano, no fue del agrado de la mayoría, sumándole a esto la filtración de los “vatileaks” (por medio del robo del mayordomo de Ratzinger), documentos en los cuales se hacía alusión a “corrupción, prevaricación y mala gestión” en la administración vaticana, vinculándose directamente a los movimiento bancarios antes mencionados. Todo este accionar tan inesperado fue como “un trueno en un cielo sereno” mencionado por Angelo Sodano, vocero del Vaticano.

Incluso da para pensar que la situación de Benedicto XVI dentro del vaticano era la de “un pastor rodeado por lobos”, el cual abandonó antes de ser emboscado o culpado. Hipótesis tras otra, en este momento de incertidumbre da para pensar muchas eventualidades. ¿Vendrá un Papa asiático, indígena u oceánico? O, como mencionó Nostradamus, vendrá el “Papa Negro, último líder de la Iglesia antes del Apocalipsis”. Aunque hay que pensar que negro no es sólo por el color de piel, si no que puede ser por su vestimenta (orden jesuita por ejemplo) o hasta por el color del alma o de su aura.

Pase lo que pase antes del 15 de marzo (plazo establecido en que comenzará la elección del nuevo sucesor de San Pedro), será un término de verano (o invierno en el hemisferio norte) lleno de incertidumbres, dudas e interrogantes.

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