Elvira Hernández: poesía para salir de la zona de confort
Por Guillermo Soriano
Los poemas de Elvira Hernández (Premio Nacional de Literatura, 2024), han circulado tradicionalmente por rutas tan inciertas como el propio paisaje cultural chileno. Pareciera que una condición tácita para valorar a un buen poeta es condenarlo primero al extravío y a la dificultad de acceso. Por fortuna, la antología «Los trabajos y los días» (Lumen, 2016) viene a rescatar de la injusta precariedad la obra de Hernández, poniéndola en manos del lector contemporáneo de manera tan impecable que casi despierta sospechas.
Elvira Hernández, seudónimo de Rosa María Teresa Adriasola Olave, ha desarrollado una poesía que se distingue por su compromiso social y político, así como por una constante exploración del lenguaje y la identidad cultural chilena. En esta antología leemos desde su icónico «La bandera de Chile» hasta «Pájaros desde mi ventana», obligándonos a una reflexión pausada, algo que parece fuera de moda en un país acostumbrado a titulares inmediatos y olvidos veloces. Sus poemas exigen volver una y otra vez sobre ellos, a veces golpean, otras acarician, y en ocasiones, simplemente nos ignoran con una ironía silenciosa, resistiéndose a las preguntas fáciles y superficiales.
En esta antología, se recopila de manera cronológica el trabajo de 35 años, presentando una búsqueda inquieta e irónica, cuestionando desde los márgenes, las certezas sociales chilenas. Su voz firme y crítica, oscila entre el sarcasmo político y una ternura discreta que surge en rincones y ángulos inesperados. En sus poemas, lo cotidiano se entremezcla con lo trágico, dejando en evidencia las contradicciones y absurdos que definen nuestra identidad nacional.
Elvira Hernández se instala con un lenguaje auténticamente chileno, en una tradición que reinventa y subvierte con una inteligencia rara y sutil. Su poesía pone al país frente a un espejo incómodo, recordándonos que la poesía no está para consolarnos, sino para sacudirnos de nuestra comodidad y empujarnos a pensar desde la ironía, el desencanto, pero también desde una luminosa esperanza.
Ciudad interior
No puedo ser otra que la pensativa del Patio de los
Callados, la llorosa del Parque de los Reyes,
la olvidadiza
Ni otra
que la que recoge papeles con sangre
Ni
Aquella que no quiere el balazo solipista
porque nada desaparecerá
A ratos soy la misma, la Una, la del espejo
que camina con una araña en el ojal
la sombra
que se pegó al hombre que dobló la esquina
y duele su cuello guillotinado.
****
Libro: Los trabajos y los días
Autora: Elvira Hernández
Año de publicación: 2016
Editorial: Lumen