pichangas

Me cago en la EURO

pelota viejaPor Rolo Medina.

Voy a empezar este relato con una expresión de profundo asco por la Euro 2012. Sí, asco, porque mientras se llevaban a cabo los preparativos para la realización del torneo de selecciones entre Polonia-Ucrania; en Ucrania se asesinaron más de 80 mil perros vagabundos. No hay ningún argumento que valga, y personalmente y ante la incredulidad de este colaborador, no hay delito ni se considera asesinato, matar perros en dicho país. Se establece una total impunidad.

No es extraño  la censura mediática sobre este hecho, porque lo que importa es el vil rating y el espectáculo. No esperaba que Telecanal o Chilevisión me informaran de esta multitudinaria aberración contra nuestros amigos perros.  Y como la idea era hablar sobre lo popular que es el fútbol, contaré sobre tres anécdotas o historias del fútbol de barrio. ¡Me cago en la Euro!

Si alguno de ustedes ha jugado a la pelota en el barrio, podrá saber que estas situaciones ocurren. Siempre en las sedes de los clubes que disputan sus partidos generalmente en canchas de tierras, abunda el copete. Ya cuando los players están jugando en las series mayores se le agrega el componente más tradicional, las ollas comunes, las loterías, los bingos y también las comidas solidarias.

Y fue así como el lateral izquierdo “Joelito” no muy hábil con el balón en los pies, pero muy re bueno para compartir con los amigos del club, acudió un buen sábado por la noche a la sede. Había porotos, y tinto pa’ regar vacas. Dicen  las malas lenguas que el viejo Joelito se comió 14 platos de porotos, y entre vino y vino, se  anduvo sintiendo mal del estómago. Ustedes podrán entender como siguió ésa historia. Insisten los mismos malos del habla, que al pobre tata le tuvieron que sacar la mierda con una espátula de la espalda al otro día.

En la cancha principal de la calle, jugaban dos equipos que mantienen una vieja rivalidad deportiva. En uno de los planteles estaba Carlos, un esforzado volante de contención. Carlos proviene de una humilde familia compuesta casi en su totalidad por personas con cierta deficiencia mental y esquizofrenia. Un día, Hernán su hermano mayor fue a verlo jugar. Y le gritaba:

-Hermano, mete gol, hermano. Y gritaba con mucha sonoridad, tal como lo hacía con las micros que paraban en la esquina. Los choferes recibían con mucha alegría sus instrucciones. El tipo es conocido y querido en el barrio.

Volvamos a la cancha. Ante las risas del público y la incomodidad del aludido, se disputaba un áspero partido que terminó con resultado desfavorable para el equipo de Carlos. 4-1 fue el resultado, pero de eso nadie más se acuerda. Sucedió que en el entretiempo, por razones difíciles de explicar, el hermano de Carlos se coló entre los jugadores, y en el camarín le pasaron un short a Hernán.

El problema es que el short le pertenecía a algún jugador de la serie infantil. Carlos no supo de esta jugarreta que le estaba gastando su propio equipo. Y pasó lo que podía pasar, el hermano mayor de Carlos se metió a la cancha, y el miembro viril del nuevo jugador se escapaba por debajo del short. Las risas y los gritos de las viejas de la galera fueron inolvidables. Hernán pidió la pelota y la tomó con las dos manos y corriendo se la fue a llevar a Carlos.