La Sangre de los Inocentes

Viviendo en los matices: mi experiencia con La sangre de los inocentes de Julia Navarro

Por Javiera Lecaros.

¿Nunca les ha pasado que escuchan, piensan o ven algo, luego ese algo, de alguna u otra forma, se presenta ante ti una y otra vez? ¿O bien, comienzan a leer un libro y el mes en el que transcurre la historia es precisamente el mes en el que estás leyéndola? 

Las emociones no están sujetas únicamente a lo que podemos experimentar por nosotros mismos. Muchas veces están acompañadas o gatilladas por experiencias externas. En mi caso, las imágenes y las letras tienen especial influencia, y son tanto más positivas que las que yo misma pudiera evocar por mi propia emocionalidad. 

Algo así me pasó con el libro La sangre de los inocentes (2007), de Julia Navarro, recomendación con mucho entusiasmo de la última chica que me tatuó. Siempre he pensado: si alguien te obsequia una recomendación con tal intensidad, lo mínimo que moralmente debo hacer, es tomarla y vivirla como experiencia propia.  Recuerdo que la semana que cumplí años sucedieron dos cosas, la primera fue  recibir el libro y, la segunda, fue escuchar cómo el conflicto en Gaza cobraba nuevas víctimas.. Desde Chile e ignorante del fondo, no presté mucha más atención, lo curioso es que no contaba con que este hecho fuese relevante un par de días más adelante.. Pues bien, tomé el libro y comencé una nueva aventura pandémica. No negaré que sólo logré involucrarme después de leer las primeras 100 páginas hasta llegar a la segunda parte, el «holocausto». Sin duda fue bastante intenso moverme por esos pasajes, tratar de estar en esa situación es desgarrador. Pero no quiero hablar de empatía porque es algo que humanamente hablando no podría soportar. Es probable que la historia la hayamos visto en distintos escenarios, en distintas etapas, pero poner a un par de personas en ese contexto creo que sigue impactando tanto como la primera vez. 

Y así fue, del impacto emocional de la segunda parte salté a la tercera, donde el conflicto de Gaza entra en escena y se entrecruza con mi presente. La tercera parte cuenta la historia de la organización de un atentado múltiple organizado por “El Círculo”, una agrupación de extremistas palestinos musulmanes, contra occidente y contra el Estado de Israel. Las tres partes del libro tienen en común, además de la sangre de los inocentes, derramada por el fanatismo y el extremismo político-religioso, los contrastes en las vivencias más comunes. Nos muestra los matices que se encuentran entre el blanco y el negro absoluto, porque no solo de opiniones opuestas hemos avanzado, también estamos los que nos quedamos al medio del fuego. ¿Qué pasa con los que solo tenemos opinión y no la fuerza para poder ser partícipes de las acciones? 

Hablando de los vaivenes de emociones que se expresan en las letras y en las imágenes, quiero vincular el libro de Julia Navarro con la obra de teatro titulada coincidentemente «El Círculo», que me tocó ver de manera virtual justo en el instante que estaba por terminar el libro. Imagino que se logra intuir la temática de la obra, no obstante, me gustaría ahondar algo sobre lo que vi. En la obra estaban tres judíos y tres palestinos hablando de las diferencias y las similitudes, pero como en toda disidencia, se reforzaban más las diferencias negativas y se minimizaban las similitudes que podrían dar fin a tan terrible conflicto. Lo curioso fue que estos seis personajes además de vivir la latencia de sus antepasados eran todos chilenos y, ¡qué más contradictorio que ser chileno! No era un gran escenario, alrededor de una mesa, los personajes intentaban montar una obra de teatro sobre la relación entre ambas etnias, sacando irónicamente detalles de las vivencias pasadas, presentes y, sobre todo, ajenas a ellos aquí en Chile y allá, en Palestina e Israel. 

Del conflicto en sí me falta muchísimo para poder entender los trasfondos y los detalles por los que años y años estas dos civilizaciones han discutido, no obstante, de la experiencia que rescato al haber leído esta ficción y luego de ver el montaje, es que la historia es cíclica: hace muchos años unos cuantos fueron desterrados. Años más tarde, éstos reclamaron lo que les fue arrebatado. Me explico, lo que está pasando ahora en medio oriente ha pasado antes, volverá a pasar y seguirá pasando, porque los extremos al parecer mueven la historia. Solo que muy pocas veces podemos darle voz y opinión a aquellos que viven en los matices de lo que es blanco y lo que es negro.