hidroaysén

SANFIC9: Hijo de Trauco

Por Cristian van Kerkhoff.

Un más allá indescifrable, que lleva el mito al filo de la credibilidad. La misma gente lo utiliza para encubrir historias del pasado, llenando de silencios y penurias. La naturaleza observa y husmea de manera ausente, pero algo parece haber dentro de ella. En los confines submarinos, yacen mayores interrogantes que se acumulan, dándole a la isla de Chiloé y sus alrededores, un carácter fantástico pero a la vez, misteriosa y con cuota de miedo y respeto.

En los confines submarinos, se conforma un animal mitológico, comenzando a introducirnos en el carácter fantástico de la isla pero muchas veces misterioso y generador de miedo. El agua sobrepasa sus pies, siendo el oleaje una constante en su caminar por la orilla. Jaime aísla sus oídos con dos conchas marinas, llenándose de sonido del mar. Mientras, Chongo corre a buscar la vara y retorna, como un acto automático y de satisfacción.

Algo los observa de forma precavida y misteriosa… nos dice que no están solos. Aún sin saberlo, Jaime no cree en los mitos que ronda la isla, sólo desea salir de ella y conocer Chile, sobretodo Valparaíso. Las nubes, densas y espesas, dejaban ver pocas partes del cielo, dejando a entrever su importancia. Dentro de una familia disfuncional, con una madre reprimida y un abuelo duro, Jaime encontraba apoyo en la escritura, más precisamente en la poesía.

A sus catorce años, desarrollaba un excelente manejo del léxico y su intencionalidad, pero su timidez y mundo interior hacían que no compartiera sus escritos. Con su amigo Carlos navegaban y desarrollaba la pesca, aunque él nunca quisiese ayudar a su abuelo, quien constantemente estaba reprimiéndolo y forzándolo a sumergirse en la pesca. Violeta, compañera de Jaime, lo busca con la mirada cuando él queda suspendido por copiar algo que realmente escribió.

Valparaíso es el destino. Su ausente padre reside allá. El misterio cada vez se va destapando. Su deslenguado abuelo se refiere a él como un cobarde que se tiró de un barranco. Alejo, el hombre con más poder en la isla, también le cuenta a Jaime otra versión de la muerte de su padre. Su cabeza baraja opciones, verdades y mentiras… pero El Trauco ronda sus sueños e incluso se hace presente mediante la credibilidad y validez que entrega Violeta con su discurso. Un hombre pequeño que embruja a sus víctimas. Gente de agua como lo refieren los Huilliches.

Aunque adolescente, es increíble la entereza con que maneja las emociones. Frente a un tema tan importante como la paternidad ausente y el asomo de la realidad tan esperada, hacen que Jaime se acerque a una parte de la historia que poco cree y valida. La machi Moria, tan incisiva como directa y dura, le cuenta la verdad. “La vida es mentira cabro huevón, lo que importa son los afectos”. Jaime sale raudo de la casa, dejando al interior a Violeta, quien también sufre de paternidad ausente, por eso ambos se encuentran en la disyuntiva de si serán o no hijos de El Trauco.

Como una búsqueda exhaustiva con el fin de revelar la verdad a toda costa, logran toparse a lo lejos con El Trauco; hombrecillo de no más de un metro y medio de estatura que se interna en el bosque. Es aquí cuando la mitología comienza a tener carácter de verdad, pensando incluso en La Pincoya y su atracción a la playa hacia las personas. Este mutuo interés familiar, hace que la conversa lleve a la atracción natural de adolescente, expectantes de nuevas sensaciones.

“Soy el cóndor del sol, porque hablar de poesía, todas mis palabras tienen respuesta. Un lobo de mar, domador de tormenta” Antimán (seudónimo inspirado en Ramiro Antimán, huilliche padre de Jaime).

El paradero del Trauco es revelado, encontrando al hombrecillo que finalmente responde a Pedro, hermano bastardo de Alejo, dándose cuenta que el Trauco no es él pero que por sus propias palabras, existe y es real.

Primera película escrita y dirigida por Alan Fischer, norteamericano radicado hace un buen tiempo en Chile. El film es protagonizada por los quinceañeros, Xabier Usabiaga e Ignacia Tellez y pertenece a la Competencia Cine Chileno en Sanfic 9.

No era una mañana cualquiera

Por Rolo Medina.

Me levanté como una mañana más. Pero no era una mañana cualquiera. Afuera estaban cantando los evangélicos y en el segundo piso estaban cocinando mariscos. Era una mañana especial porque se ratificaba que el mega proyecto Hidroaysén se queda sin el apoyo de una de las empresas. De forma definitiva, y evidentemente como una medida de desesperación y chantaje contra el Gobierno del actual presidente de nuestra indignante patria.

La noticia no vino más que a confirmar que las marchas y la destemplada represión de Hinzpeter y de sus animalitos entrenados, valieron la pena. Fue necesario salir a mojarse. Dejar que un tóxico e ilegal gas nos humillara y quisiera aquietar. Hidroaysén era un castillo en el aire, avalado únicamente por la estupidez y la arrogancia de uno de los grupos económicos que manejan nuestra economía.

Bajé a comprar el pan. Mi vecina me saludó como de costumbre. Yo le correspondí. Está caro el pan -como todo-, así que compré cuatro marraquetas. En el computador leía que un rector de una universidad privada confirmaba la ilegalidad en que se ampara el lucro en nuestro sistema mercantil de educación. Es como mucho que no paguen siquiera a los profesores ni sus imposiciones teniendo millonarias utilidades.

Reviso mi correo electrónico y un amigo me manda un enlace multimedia donde aparece el periodista Paulsen, dando cuenta de los audios de peritos que desmienten que sean sus firmas las que acreditaron como pruebas en el festinado “Caso Bombas”. (Esto último pasó hace dos semanas para que vean)

Las “canutos” han dejado de cantar, pero yo prendo la radio. Suena, una canción plástica y monótona, casi como la sonrisa de Golborne. Mi vieja me cuenta que apareció otro video que confirma que Bachelet sabía que venía la ola. Gorda chanta no más, le respondo. No a mi vieja, claro está. Quisiera salir a andar en bicicleta pero mi tobillo aún no sana. Creo que volveré a la cama, no me siento preparado para seguir maldiciendo a nuestra sociedad. Cierro la cortina, y escucho a un siempre alegre Elliot Smith.

No era una mañana cualquiera, ninguna lo es. La semana pasada un tipo se hizo famoso porque estaba comiendo la cara de un indigente en Estados Unidos. Una nueva droga lo habría vuelto loco y lo habría convertido en un zombie al estilo de las series y videojuegos de moda. La próxima semana puedo predecir un par de temblores en algún lugar del planeta. Espero que sin víctimas fatales. Un gran robo en alguna capital y, seguramente, que yo no podré comprar cuatro marraquetas, sino que sólo tres.

No sé en que momento dejé de sentir el olor a mariscos cocinándose, pero mi hambre se había esfumado y preferí dejar mis sangüchitos para la once. En fin, ayuné y me puse a ver videos de Peter Capusotto. Me dieron las 2 de la tarde, y llamé por teléfono para pedir una pizza, (si no fuera por mi tobillo ya no me quedaría nada de mi devolución de impuestos), además que así no tendría que comprar comida al otro día.

No era una mañana cualquiera, tampoco para la chica que atendió desde el otro lado de la línea y  tuvo que decirme que los delivery’s (perdón lo cursi) no llegaban hacia mi comuna. Ella no tenía la culpa de que los canutos me hubieran puesto de mal humor, ni que en el país la mayoría de las noticias fueran indignantes. Corté.

Definitivamente no era una buena mañana pero tampoco era un buen día. Para peor hoy es viernes y fin de mes. Y yo estoy cesante y con mi tobillo vendado. Fueron los mejores sangüchitos del mes de Mayo.