fotografía

La Cámara Lúcida

Por Guillermo Soriano.

Llama la atención que un texto tan autorreferencial sea objeto de estudio para quienes se acercan a la teoría fotográfica. La reflexión que hace Barthes sobre la importancia de las imágenes a partir de una foto familiar, se transforma en el punto de partida de una serie de distinciones y definiciones para comprender aquello que vemos plasmado a través de nuestra cámara.

Al igual que el autor, realicé el ejercicio de tratar de encontrar la esencia de mi madre ya difunta, en aquellas fotografías que guardo de ella. Efectivamente, reconocerla en su esencia a través de la colección que guardo me fue difícil, sin embargo, rasgos característicos de ella los encontré en fotos de mi abuela. Un pequeño gesto facial bastó para recordar a mi madre como fue. Respecto a esta foto de mi abuela, Barthes cuenta que la realidad inmortalizada en esa imagen nos ofrece la realidad del linaje y no precisamente la del individuo. Ante esto, se revela una identidad más interesante pero que al mismo tiempo decepciona ya que hace brillar una diferencia.

Muerte y fotografía son los dos temas indisolubles del libro. Para Barthes, la fotografía adquiere valor cuando se produce la desaparición irreversible del referente y la muerte del sujeto fotografiado. La imagen adquiere mayor importancia cuando lo fotografiado ya no existe, ya que inmortaliza ese instante de la persona/lugar que ya no está, y que, al mismo tiempo, atravesó una experiencia de muerte ante la idea de ser fotografiado. La pesquisa ontológica para definir la fotografía, sirve para que el autor comience a relatar su interés como “cariz cultural” y no en sus aspectos técnicos que la puedan definir.

En este viaje de matiz nostálgico en el que nos transporta el autor, repararemos en las distribuciones fotográficas a las que se someten las fotos: empíricas (profesionales/aficionados), retóricas (paisajes/objeto/retrato/desnudos), estéticas (realismo/pictorialismo) y en cualquier caso exterior al objeto. Dicho esto, Barthes aclara que considera a la fotografía «inclasificable», puesto que está siempre invisible y que “repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente”.

En su análisis Barthes nos habla de “Operator” (fotógrafo), Spectator (los que examinan las fotos) y “Spectrum” (lo fotografiado). De este modo, el sujeto fotografiado (Spectrum) se transforma en una “imagen museo”, puesto que vive «una micro experiencia de muerte», ya que ese instante de su vida quedará inmortalizado y no representará ni reflejará la imagen de sí mismo, sino que, sólo será una representación pictórica de ese segundo. Dentro del interés o “aventura” que siente el autor por ciertas fotos más que por otras, surgen dos elementos acaso los más celebrados del libro: Studium (aplicación a una cosa, gusto por alguien) y el Punctum (pinchazo, esa casualidad de la foto que engancha).

Toda fotografía familiar del “Spectator”, tiene “Punctum” para él, por la emoción que a éste evoca. Sin embargo, ampliaría esta definición a fotografías que cuentan con características de interés personal para algún familiar, y que además cuentan con rasgos de interés social, como lo puede ser una fotografía de un detenido desaparecido o las ruinas de un edificio caído producto de un terremoto.

Barthes resume desde su propia experiencia los cuestionamientos que puede tener cualquier civil respecto a la fotografía, surgiendo la idea del valor de la foto con el paso del tiempo. Le atribuye su importancia que puede estar dada con la muerte; la desaparición de ese ser amado que la fotografía inmortaliza e inmoviliza para siempre. Quizás me valga de la memoria para recordar a mi madre en aspectos o acciones que una fotografía no me puede mostrar. Pero sin duda, una imagen de ella reflejaría más precisamente la muerte y aquello que ya no volverá a ser.

World Press Photo 2012

Por Cristian van Kerkhoff.

Sorpresa, incredulidad, congojo, alegría. Es tanto lo que nos entrega una imagen que siempre las palabras faltan. El 2011, tan intenso e impactante, nos muestra una selección en donde el ojo humano pudo presenciar instantes, momentos y segundos cruciales en la vida. Tal nivel de detalles, emociones y sentimientos los encontré en la exposición World Press Photo 2012.

Con ansias -y contra reloj ya que sólo tenía 45 minutos- llegué al Edificio Telefónica. Estacioné al lado del arriendo de bicicletas de Providencia que cuidaba un Rastafari. Debo mencionar que me agradó la heterogeneidad de funcionarios para este trabajo ya que anteriormente había visto a una adolescente gótica administrando.

Al lado del arriendo de bicicletas, habían adolescentes de no más de 18 años “desafiándose” con pases de baile tipo break dance al ritmo de música R&B y Hip Hop, todo esto mientras la luz tenue del atardecer teñía a Santiago de amarillos, naranjos, morados y rojos.

Alrededor de un largo pasillo y en 360 grados, me vi invadido por imágenes de todo ámbito que evocan a reflexionar, emocionar, crecer o pensar.  Se retratan realidades (extremas) de personas, en lugares que parecen de pesadillas o sacados de una película de guerra u holocausto.

Cada uno de los diversos contenidos despierta un interés particular, ya que de una u otra forma, nuestros sentidos son persuadidos,  invadidos o sensibilizados por historias, gestos o miradas. Un clima de serenidad, impacto y análisis reina entre los asistentes donde la diversidad hace que cada quien se identifica con una u otra imagen.

El presenciar las fotografías y conocer el nivel de detalle que logran, hace que nos traslademos a los lugares como si presenciásemos en vivo y en directo lo que acontece, siendo espectadores privilegiados, percibiendo el olor, las rabias, el enojo o la violencia que muestra cada imagen.

Emociones por montones pueden desencadenar en nosotros si nos dejamos llevar por el contexto social, cultural, político o económico que se manifiestan; quizás unas de las primeras que afloran en nuestro ser, es la empatía, ya que es inevitable ponernos en el lugar del otro al ver sufrimientos, reacciones o vivencias como las que se muestran en la exposición.

Los contenidos son tan variados como la vida misma. Amenazas de muerte, crisis inmobiliarias en USA, terremoto y maremoto en Japón, conflicto en Medio Oriente, etc. En su mayoría, son imágenes de crisis sociales, rebeliones o manifestación, y lo que nos genera más asombro es cómo el ser humano reacciona frente a injusticias, presiones y/o emociones; y cómo ejemplifica sus sentimientos y convicciones con acciones puntuales.

Lo que dicen los ojos es lo que más impacta. Es poco decir que emociona o cautiva. Existe tanta explicación histórica-social en cada mirada perturbaba, exaltada y dura. El análisis de cada imagen nos puede hacer detener el tiempo, quedarnos pegados observando, pensando y reflexionando, casi como si creáramos un portal de espacio tiempo en que estuviéramos sólo junto a la imagen sin importar el entorno.

Es un año de contenido emocional/histórico altísimo, que nos saca por momentos de la realidad, para intentar entender lo que viven otros seres humanos similares a nosotros. La misma puerta giratoria de la entrada a la exposición es como una metáfora de traspasar una membrana o ingresar a un universo en donde se puede comprobar qué tan distinta es la vida en nuestro planeta y lo afortunados de no tener que vivir situaciones así.

Creo firmemente que es una oportunidad de poder instruir, explicar y dar a conocer a los niños cómo vive el mundo realmente sus peores problemas. Obviamente bajo la responsabilidad y supervisión de un adulto, en donde poder guiar y orientar a la formación de criterio de niños y niñas.

Actualmente, dado lo globalizado del mundo, los niños están predispuestos  a que en internet, tv cable y los diversos medios de comunicación, sean bombardeados por información de con alto contenido de violencia, sexo  y otros tópicos, por ende, esta exposición puede ser una oportunidad de educar, hacer sentido, explicar y formar criterio a un futuro adulto.

La exposición se llevó a cabo en la  sala de arte de la Fundación Telefónica en Santiago, entre los días 5 de julio al 5 de agosto. Las fotografías se pueden encontrar en el sitio web http://www.worldpressphoto.org