Entrevista

Entrevista a Pablo Cerda: El paso de la niñez a la adultez

Por Guillermo Soriano.

Actor y últimamente director. Para Pablo no fue un proceso tan dramático el pasar de una disciplina a otra. Lo hubiera sido si fuera profesor de Educación Física, como alguna vez se le pasó por la cabeza, y como lo es Exequiel, el protagonista de su primer largometraje como director, estrenada este año en BAFICI y en SANFIC. Pero según cuenta, nunca tuvo claro a qué se quería dedicar. Intentó probar suerte en Cuba como atleta de alto rendimiento, pero al cabo de tres meses decidió que no era lo suyo. La actuación, definitivamente no estaba en sus planes.

“Nunca me atrajo, llegó de adulto, o sea, a los 20. Me molestaba, lo encontraba innecesario. Por qué yo me iba a aprender un texto, para hacerte creer a ti que es verdad, cuando ambos sabemos que es mentira, es una imbecilidad. Lo encontraba una perdida de tiempo. Me ponía rojo, era muy charcha. De hecho tenía compañeros que eran muy buenos actuando. Yo era el peor digamos. Me iba pésimo, me daba vergüenza.”

Nacido en San Antonio, terminó sus estudios medios en La Serena. Hijo de una profesora y de un trabajador del sector público, nunca tuvo mayores referentes artísticos. Como cualquier joven saliendo del colegio, pasó por un período de confusión sin saber qué estudiar. Incluso recuerda a su hermano pasándole un libro de 1200 páginas con información de carreras universitarias. “Yo creía que ingeniería en alimentos podría ser porque me gustaba comer, o sea, ese nivel. Pero que bueno que creo encontré un rumbo.”

Pero pese a que no tuvo una infancia marcada por el arte ni el teatro, su núcleo familiar acogió con suficiente apoyo la idea de convertirse en actor. La decisión la tomó el año ’99, después de ver una obra de teatro (Art), y tras un período de probar con el deporte, supo que la actuación era lo suyo. “Gracias a mis papás soy lo que soy. El que no se hayan espantado, que no les haya parecido ridículo, porque yo no tenía ningún referente de actor en mi familia. Sin bien es cierto, todos cantan y que se yo, pueden tener como unión familiar la música, entonces no parecer bicho raro y abrirme las puertas a lo que quisiera, eso a mi me llenó de satisfacción.”

Formación como actor.

Fue entonces cuando ingresó a la escuela de teatro de Fernando González. Lugar de donde han salido actores como Aline Kuppenheim y Luis Gnecco. “Me costó mucho porque era muy difícil quedar en ese entonces, y hasta mi generación era una escuela prestigiosa. Y luego ya la cosa empezó a decaer a mi modo de ver. Era súper difícil entrar, una semana de competiciones, de unas doscientas personas quedaban doce. Y me gustaba, me gustó ese rigor. Yo siempre he sido bien riguroso en mi vida. Y obsesivo también.”

Ahí se reencontró con algunos de sus compañeros de La Serena. Los que justamente compartieron escenario con él, y que según cuenta, eran mucho mejor actores. “Entre que me dio miedo pero igual me gustó. Y me trataron súper mal. Ellos me hicieron bullying a mí; “qué estay haciendo acá” “dedícate a jugar a la pelota”, le decían entre bromas y risas.  Pero el rigor de Pablo lo llevó a estar siempre conectado con lo que hacía y con lo que se sentía más cómodo, como dice, es la única manera de sacar las cosas adelante.

“Sobre todo con un tipo con déficit atencional como yo. Si igual soy despistado, me desconcentro rápido. Después me tocó bailar, hice danza contemporánea entre medio porque me gustaba moverme. Y ahí me fui descubriendo dentro de este mundo del arte y me di cuenta que me gustaba y que quería hacer varias cosas. Creo que se ha encausado bien la micro, hasta el día de hoy me siento pleno.”

Su debut en las tablas fue en el año 2001. Se trataba de una obra de danza contemporánea. Luego en el teatro San Ginés, se le dio la oportunidad de trabajar con un grupo más grande de personas y frente a un público mayor. Cuenta que nunca quiso hacer comerciales, pero sí, pertenecer a un team de verano. “Ese era mi sueño. Porque te pagaban bien, y porque habían chicas lindas. Y estabas en medio de la playa, cosa que me encanta. Entonces yo todos los años postulaba, y mandaba una foto a una agencia flaite de team de verano, pero nunca me resultó. Porque o no tenía buen look, o era muy chulo, cachay, nunca me daba para el team.”

Trabajar sin prejuicios.

Para Pablo lo importante es comunicar. Sea en la plataforma o escenario que sea. Cuenta que no está de acuerdo con aquellos que critican la televisión. “Mis profesores se encargaron de sacarme ese estigma ochentero, de que los actores son sólo para las tablas, que lo encuentro una ordinariez, sobre todo en un medio chico. No tengo ningún problema con eso. No le creo a la gente que dice soy de tablas. Uno es actor.” Y así es como desde el 2004, ha sabido llevar una carrera televisiva que lo ha puesto en papeles importantes del área dramática de los principales canales nacionales.

Pero su búsqueda continuó. En el año 2008 funda La Nena, una productora audiovisual que lo llevaría a iniciar su camino como director gracias al corto “Domingo”, la historia que cuenta la relación entre un padre con un hijo. “Con René Martín, co-guionista y asistente de dirección en Domingo, del 2009, tenía ganas de seguir contando esa historia y siempre lo comentábamos. Era bonita, era una buena historia, un papá con un hijo. Se me hacía familiar, y me sentía con la capacidad de poder contar un poco más.”

Luego vendría “Omar” (2010), pero con la idea en la cabeza de extender la historia de Domingo. Y así se empieza a gestar “Educación Física”, el largometraje que tendría una de sus mayores dificultades dar con la persona que tuviera las características físicas del protagonista. Querían a un actor chileno, de treinta y tantos, que fuera gordo, o que estuviera dispuesto a engordar, y que además pareciera de San Antonio, lugar donde transcurre la historia.

“Después de los 30’s no todos queremos engordar. Algunos buscar bajar. Pero lo conversamos, y dale, lo hago yo. Creo que la historia la conozco, lo puedo hacer bien, en ese sentido me tengo confianza. Creo que no soy un gran actor, pero soy un actor que responde. Y que conecto fácil con lo que quiera. Y entonces vamos. Hagamos la película.”

 La historia papá / hijo.

“No era una historia personal ni nada, mi vida ha sido bien neutral y estándar. No ha  habido altos ni bajos. Lo que me interesa a mí, más allá el tema padre-hijo, es el rollo del paso del tiempo. El paso de la niñez a la adultez. Cuando te hallas que ya no eres un niño, pero te sientes, y tienes que ser adulto, con responsabilidades, y la gente que a ti te acogió alguna vez en su regazo, ahora es tú regazo el que acoge a esa gente.” Respecto a sentirse en esa etapa de su vida cuenta que se relaciona con ese proceso. “Tengo 32, ahora yo trabajo, y ahora me toca a mí responder. Con la familia, con los amigos y con la vida también. Tomar las riendas del asunto. Y tomar ese riesgo, o hacerse cargo de eso, no es fácil. Y creo que sobre todo los hombres, muchos no se hacen esa pregunta.”

Pasó de sus 79 kilos a pesar 104. Dejó el deporte que tanto le gusta y la bicicleta, su medio de transporte.  “Fue uno de mis mejores años de mi vida. No te puedo negar. O sea comer tanto, nunca lo había pasado tan bien. Sí fue cansador, sí fue exigente, pero en ningún caso agobiante, porque era una historia mía, que tenía ganas de hacerla. Y eligiendo a los actores, juntándonos todos los días con René. Fue un proceso corto y súper concreto. En ese sentido me siento súper orgulloso, o sea, después de concretar la película.”

Se le nota feliz con el resultado final. El casting, según cuenta, fue siempre buscando gente comprometida y que quisiera participar. Para Pablo es fundamental conectarse con las historias que se están contando, y que con Educación Física, a su parecer se lograron. Destaca el nivel de actuación que alcanzaron los actores y la naturalidad en la que se desenvolvieron. “Creo yo que hacer películas tiene que ver también con subir cerros. O sea, tú partes con un grupo y terminas con ese grupo. Y todos tenemos roles. Creo que es importante definir roles. Creo que es importante estar conectado en ese sentido. Que aquí todos tomamos la cuerda y si tú vas segundo, no tienes más importancia que el que va cuarto. Sino que hay una cierta línea que hay que seguir, y hasta el final. En ese sentido, creo que mi grupo, lo logramos, llegamos a la cima.”